En el estrecho margen de error que se mueve la Liga de Campeones, Joao Félix salvó tres puntos cruciales para el Atlético de Madrid sobre el Salzburgo, al borde de un indudable lío en el grupo A del torneo hasta la remontada del atacante portugués, cuyos dos goles, el definitivo 3-2 en el minuto 85, superaron un infame 1-2.
Y con Marcos Llorente de medio centro en defensa, pero sorpresivo elemento ofensivo en ataque entre líneas. Una perturbación para el endeble sistema atrás del Salzburgo, que sufrió a la media hora tales consecuencias porque defiende mal y porque cuando él conduce en los últimos metros tiene la determinación que a muchos le falta.
Su tiro con la izquierda al borde del área, tras una carrera lateral, después de un rechace, no fue nada del otro mundo. Ni por potencia ni por colocación ni por complejidad. Stankovic, el portero visitante, tampoco hizo la parada que debía. El desenlace fue el 1-0 al borde de la media hora de un duelo entonces más o menos cómodo, del que se despidió lesionado Daka, el mejor goleador de su rival.
No fue suficiente. Cuando sentía suyo el partido, cuando su adversario se hacía menos evidente en ataque, una pérdida inconcebible señaló de nuevo al mexicano Héctor Herrera con la misma nitidez que redescubrió al Salzburgo una vía que ni siquiera intuía, al que con dos pases más de un lado al otro le bastaron para encontrar el 1-1 y a Szoboszlai, en su primera ocasión relevante.
Era el minuto 40. También promovió otro aluvión de dudas en un Atlético que siempre las tiene al acecho. Más aún cuando al minuto y un segundo del segundo tiempo recibió el 1-2. ¿Inesperado? Sí ¿Extraño? No. Por la autopista que ofrece hoy en día el equipo rojiblanco por su banda derecha surgió el pase que sobrepasó por raso todo el área, incluso a Oblak, y que remachó lanzado Berisha.
Menos mal que el Atlético, aún en una versión menos concluyente de lo que pretende, tiene a Luis Suárez -cambiado luego por Lemar con 2-2 y a falta de nueve minutos- o Joao Félix. Entre los dos, más la suma de Correa, desmontaron a la defensa del Salzburgo para reponer el empate cuatro minutos después: el atacante uruguayo la recogió en medio campo, conectó con su colega luso, que a su vez hizo una pared con Correa y que, después, firmó el irrebatible 2-2.
No está el Atlético para perdonar nada a nadie. Lo hizo durante un rato. Ya con 2-2, con el mismo protagonista, con un cabezazo y con una volea. También Koke dentro del área. Hasta el minuto 85, cuando Joao Félix conectó la volea definitiva en un balón que no tenía destino aparente hasta que le cayó a él. Gol y victoria.