En el Gran Premio de Hungría, Max Verstappen enfrentó múltiples desafíos que complicaron su desempeño. El piloto neerlandés, lejos de disputar la victoria, se vio obligado a luchar por el tercer lugar frente a los McLaren.
Sin embargo, su carrera se vio empañada por incidentes y decisiones estratégicas cuestionables. Durante la carrera, Verstappen expresó su frustración por la estrategia de su equipo, señalando por radio: "Me han dado una estrategia de mierda, ¿vale? Estoy intentando salvar lo que hay".
Esta crítica reflejó el descontento del piloto con las decisiones tomadas desde el box, que incluyeron paradas tardías que lo dejaron luchando en desventaja y el regresarle la posición a Lando Norris en las primeras vueltas.
En declaraciones a la prensa, Verstappen admitió: "No teníamos el ritmo para competir con McLaren, pero creo que podríamos haber sido terceros". Sin embargo, la ejecución de la estrategia lo colocó en situaciones comprometedoras, obligándolo a enfrentar constantes duelos en pista que no funcionaron a su favor.
El clima cálido en el circuito exacerbó los problemas, afectando el rendimiento de los neumáticos y complicando aún más las maniobras de adelantamiento. Esto culminó en un incidente con Lewis Hamilton, después de perder tiempo en batallas con Charles Leclerc.
En medio de las críticas en las redes sociales y la intensa atención de los medios en el corralito, Verstappen no dudó en responder en zona mixta: "Pueden irse todos a la mierda", demostrando su frustración por un día adverso en la pista.
El GP de Hungría no solo puso a prueba las habilidades de Max Verstappen, sino también la capacidad de su equipo para manejar estrategias cruciales en condiciones desafiantes.