Lejos del salón de clases, y de los estudios de televisión, Rubén Aguirre vivió una entrañable pasión que debió abandonar por sus cualidades físicas, aquellas que años después le convertirían en el 'Profesor Jirafales'.
Aguirre Fuentes, fallecido a los 82 años de edad, fue un ferviente amante de la tauromaquia; torero de ocasión y cronista de la fiesta brava, que incluso llevó su más grande afición a la pantalla chica, en breves guiños en las entrañas de la vecindad del Chavo.
Fue en 'Después de usted', libro autobiográfico publicado en 2015, donde el también amigo de Roberto Gómez Bolaños aclaró que su 1,96 de estatura fue el principal impedimento para saltar al ruedo con la soltura necesaria para convertirse en un ídolo.
El coahuilense, quien también ostentó la profesión de ingeniero agrónomo, incluso tildó de héroe a todo aquel capaz de afrontar en mano a mano a un toro, y reconoció que necesitó de más gallardía para dedicarse de lleno al toreo.
Antes de saltar a la fama, su labor como taurino se trasladó a los micrófonos, que usó para demostrar su valía como cronista de fluido relato; todo su conocimiento en la tauromaquia quedó inmortalizado en el ameno relato de las faenas de Manolo Martínez en Las Ventas, escenario por excelencia de de la lidia.
De su faceta con el traje de luces hoy queda muy poco, apenas una serie de fotografías a blanco y negro y borrosos retratos detrás de la barrera; en ellos aún se dibuja el joven rostro de un Rubén Aguirre que dejaría caer el capote para cargar un ramo de flores y beber su eterna taza de café.