Tiger Woods podría haber jugado su última ronda del Abierto Británico en los campos del Old Course de St. Andrews. Y el momento no pudo ser más emotivo.
Ganador de tres ediciones del torneo, dos de ellas en St. Andrews, Woods se apuntó 75, tres sobre el par, en la segunda ronda, para acumular nueve sobre el par luego de 36 hoyos. No sobrevivirá al corte.
Woods lagrimeó al abandonar el campo en medio de cálidas ovaciones.
“Me di cuenta de que la próxima vez que se juegue aquí, ya tal vez no esté yo”, declaró el estadounidense.
Woods ha dicho que Old Course es un campo “histórico”, su “preferido”. Ganó las ediciones del Abierto del 2000 y el 2005 en el campo de St. Andrews.
Sus problemas comenzaron temprano, en el mismo primer hoyo, cuando mandó su segundo tiro a Swilcan Burn y se apuntó un bogey doble. Completó la primera jornada en 78, seis sobre el par.
Woods, quien tiene 46 años y ha sufrido numerosas lesiones, dijo que este no será seguramente su último Abierto Británico. Pero agregó que no sabe cuánto tiempo más resistirá su cuerpo y que probablemente ya se haya retirado para cuando el Abierto vuelva a St. Andrews.
Especuló que podría hacerlo en el 2030, aunque todavía no se definió la rotación de la sede del torneo.
De todos modos, Woods lució visiblemente emocionado. Miles de aficionados estuvieron pendientes de su actuación y lo alentaron. Cuando pasó cerca del hoyo donde jugaba Rory McIlroy, este se sacó el sombrero. Justin Thomas también lo saludó.
“A medida que me acercaba al green, la ovación se hacía más fuerte”, dijo Woods.
Woods pasó a la historia como el jugador más joven que completa un Grand Slam al triunfar en St. Andrews en el 2000.
Es además el único jugador que ganó tres veces este torneo.
“La gente sabía que no sobreviviría al corte”, dijo Woods. “Pero las ovaciones aumentaron con cada hoyo. Para mí, fue una muestra de respeto. Yo siempre respeté este torneo y las tradiciones del deporte”.