Qatar 2022 renovó la capacidad de asombro del planeta: a pesar de tener un absurdo, inmerecido y controvertido anfitrión, el balón logró contar historias milagrosas, hizo el gran negocio de la FIFA y su mayor aporte: encumbró a Messi como el mejor futbolista de todos los tiempos. Un torneo imposible.
Los Mundiales de este siglo levantaron crítica antes de su realización, desde Corea-Japón 2002 por dividirlo en dos países hasta Rusia 2018 con su discriminación y corrupción; como Sudáfrica 2010, de estadios incompletos, al estilo de Brasil 2014, que acumuló protesta social por desatender la pobreza. Qatar 2022 acumuló de todo un poco y fue el más polémico.
La lista contra la primera Copa del Mundo en Oriente Medio parecía inagotable: empezó por el proceso de elección, manchado por sobornos y por elegir a un país acusado de apoyar el terrorismo internacional. Siguió con las condiciones extremas de trabajadores migrantes para construir los estadios y la muerte de miles sin aclaración oficial. La intolerancia ante la comunidad LGBTQ+ y la falta de garantía a los derechos humanos más elementales subió el reproche. Encima se calendarizó en invierno por las condiciones climáticas y alteró la planeación del año futbolero. Y así se jugó.
El desierto tenía sorpresas preparadas desde el primer día: tras una inauguración en la que la desvergonzada FIFA se aventó flores contra la discriminación, Qatar se convirtió en el primer local en perder en su presentación en casa y acabó como el peor equipo anfitrión de la historia. Pero el futbol árabe aún iba a enchuecar el destino.
La primera sorpresa cayó con el dramático triunfo de Arabia Saudita ante uno de los tres grandes favoritos, Argentina, que apuntó a Lionel Messi como villano antes de completar su divina transformación. Japón derrotó a Alemania, Irán a Gales y Marruecos a Bélgica. En la jornada final, más rompequinielas: Túnez tumbó a Francia, Australia a Dinamarca, de nuevo Japón ahora a España, Camerún a Brasil y Corea del Sur a Portugal.
Al inicio del torneo, FIFA advirtió sanciones deportivas y aplacó las protestas de selecciones europeas que pretendían elevar la voz a favor de la inclusión y la diversidad, al portar símbolos como el brazalete arcoíris de ‘One Love’. En la tribuna también se prohibieron banderas y trapos alusivos. Represión que se viralizó en el planeta.
El Mundial transcurrió como nunca: con la oportunidad de los aficionados de ir a más de un partido diario, gracias a que todo se jugó en los ocho modernos estadios de Doha conectados por la transportación gratuita y con una planeación que permitió saltar de uno a otro a tiempo. Jamás se volverá a vivir algo así.
México pasó sin pena ni gloria. Fue el peor Mundial del Tri en la era moderna y el villano favorito fue el de siempre en los últimos dos años: Gerardo Martino, quien sacrificó el juego de nuestro equipo nacional en el triunfo de su selección, Argentina.
Otro acierto histórico: por primera ocasión participaron árbitras en el Mundial varonil, incluido un partido dirigido por la francesa, Stephanie Frappart, en la que la mexicana Karen Díaz fue abanderada.
La expectativa sobre Cristiano Ronaldo se encendió en el debut de Portugal ante Ghana, cuando se convirtió en el primer jugador en anotar en cinco Mundiales, pero se convirtió en suplente después en otra gran polémica de Qatar por la decisión del técnico Fernando Santos. El planeta estalló cuando fue eliminado por Marruecos y rompió en llanto junto a un devastado CR7.
Justamente el equipo africano se convirtió en la gran revelación de la Copa: después eliminó a España y cayó en Semifinales con Francia, primero de su continente entre los cuatro mejores. Era una selección de la ONU con el corazón árabe. Marruecos conquistó corazones. Como Modric con Croacia, otro semifinalista a puro drama, que fulminó en penaltis a Japón y a Brasil, batacazo monumental. Para cerrar, se quedó con el tercer puesto.
La Albiceleste, de polémico camino, y Les Bleus, los mejores del torneo, se toparon por el título en el Lusail y nos entregaron ‘La Final de las Finales’, un duelo espectacular y dramático en el que Mbappé anotó triplete para ser el goleador, pero los argentinos tiraron mejor los penaltis y así, Qatar 2022 ascendió a Messi como el mejor jugador de la historia.
Con el torneo árabe, el que repartió los mayores premios de la historia, la FIFA alcanzó 7 mil 500 millones de dólares de ganancias en el ciclo, mil millones arriba de lo presupuestado, una cifra inédita.