La comida mexicana no conoce fronteras, así lo comprobó un agente fronterizo de Estados Unidos que fue captado comprando tamales a un vendedor mexicano a través de la valla que divide a ambos países.
Del lado mexicano se encontraba el comerciante, quien para convencer al elemento de la Border Patrol lo invitó a probar primero el alimento antes de pagárselo.
"Tómalo. Si no te gusta, no me lo pagas. Pruébalo primero", le insiste el tamalero, quien después de convencer a su cliente le cobra un dólar, como equivalente a los 20 pesos que cuesta el producto.
Completada la transacción, ambos continuan con su camino para realizar sus labores de vigilancia, en el caso del agente estadounidense, y de venta para el comerciante mexicano.
A pesar de los muros que puedan separar naciones y las políticas que puedan impedir el paso de migrantes, la comida encuentra un lugar para unir a las personas, sin importar su nacionalidad, raza o credo.
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