Tras escuchar su sentencia a 20 años de prisión por crímenes de guerra, ante el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, el exmilitar bosnio-croata Slobodan Praljak se suicidó bebiendo un frasco con veneno frente a la mirada estupefacta de los presentes.
“¡No soy un criminal de guerra!”, gritó Praljak tras beber el líquido mortal.
La audiencia en La Haya, Holanda, se suspendió inmediatamente y el presidente del tribunal, Carmel Agius, llamó a una ambulancia. Dos horas después, la televisión nacional croata confirmó el fallecimiento del exmilitar.
Como comandante del ejército croata, Praljak ordenó la destrucción en 1993 del Puente Viejo de Mostar.