Randy Arozarena se despidió de su hermano Raiko con la promesa de volverlo a ver en México, donde apuntaba su destino en busca de materializar su sueño por convertirse en jugador de Grandes Ligas. El outfielder subió a un bote y recorrió unos 927 kilómetros desde Cuba hasta desembarcar en Isla Mujeres, donde comenzó una nueva vida que lo llevaría a convertirse en la sensación de los Rays y cumplir su palabra ayudando a su hermano.
Tan pronto arribó a territorio nacional, Randy jugó para los Toros de Tijuana de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y con los Mayos de Navojoa de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), para finalmente llegar a los St. Louis Cardinals y 19 juegos después ser canjeado a Tampa Bay, donde es hoy una figura en plena Serie Mundial. Pero en ese trajín, Randy logró hacer que Raiko saliera de Cuba, y gracias a su talento, jugar futbol como profesional.
A Raiko —como a Randy— le gustaba más el beisbol debido a que en la mayor de las Antillas es el deporte predilecto. El hermano del jardinero de los Rays jugaba en la segunda base, pero nunca pudo destacar al nivel del mayor de los Arozarena.
Cuando entró al séptimo grado (primer año de secundaria) ingresó a un centro de alto rendimiento, pero una reforma en el reglamento escolar obligó a los estudiantes nacidos en 1997 a abandonar el colegio para luego regresar al noveno grado (tercero de secundaria). Raiko debía volver a su pueblo natal en Pinar del Río, hasta que un amigo suyo que estaba en un centro similar pero enfocado en futbol lo recomendó para hacer una prueba y fue que su vida dio un giro inesperado.
La decisión tomada por Raiko la tomó —en gran parte— debido a que su recién fallecido padre era portero, por lo que optó por seguir sus pasos y no los de Randy. Fue así que inició su carrera como futbolista en el FC Pinar del Río de Cuba a los 14 años de edad, donde sus lances y atajadas lo llevaron a ser convocado por la Selección Nacional Sub 20 de su país.
“No (quiso seguir a Randy en EEUU), yo ya estaba en el futbol y como ya me estaba yendo muy bien, quise seguir ahí para tener mi futuro en el futbol”, dijo a medios locales hace un par de años. “Me veo jugando en primera división y llegar lo más alto que se pueda lograr. Me gustaría llegar hasta Europa y jugar en el Real Madrid”.
A su llegada a México consiguió trabajo como guardameta de los Venados FC de Mérida, siendo Bruno Marioni quien le dio por primera vez la confianza de defender una portería en el futbol mexicano, pero tras la desaparición del equipo, es actualmente cancerbero de los Cafetaleros.
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