Una de las broncas más bochornosas que se han presentado en el Estadio Azteca data del 1 de agosto de 1993, cuando la Selección Mexicana y el Atlético de Madrid se enfrentaron en un partido amistoso, previo al arranque de la temporada en España.
Todo transcurría de manera normal y había ambiente de fiesta ante una gran entrada en Santa Úrsula. El Tri ganaba a los Colchoneros en el primer tiempo, con un gol de Benjamín Galindo, pero después se calentaron los ánimos y todo terminó por descomponerse, cuando el zaguero mexicano Juan de Dios Ramírez Perales propinó una artera entrada al delantero polaco Roman Kosecki.
El artillero europeo se paró rápidamente y se fue sobre Ramírez Perales, lo que desató una gran bronca a un costado del campo. Pocos intentaron poner ‘paz’ y algunos como Jorge Campos, corrieron desde su portería para llegar a repartir patadas y puñetazos.
Javier Aguirre fungía como auxiliar técnico de la escuadra nacional y también le entró a la gresca, lanzando patadas al portero suplente. Después de ocho minutos de ambiente de pelea, los ánimos se calmaron. Ambos técnicos y el árbitro central concordaron que continuara el encuentro.
Después del penoso acto, Campos y Ramírez Perales fueron expulsados por el Tricolor, mientras que por la escuadra ibérica, Kosecki y el guardameta Diego recibieron la tarjeta roja. En el resto de las acciones ya no hubo más broncas.
“Al final del día, nos fuimos de reventón todos juntos y nos reíamos de lo que había pasado”, ha llegado a declarar Luis García, quien actuaba en aquel entonces con el Atlético de Madrid y enfrentó esa tarde a la Selección Mexicana.
En el segundo tiempo, fue autor de dos anotaciones para su club, lo que al final dio la victoria (2-3) al conjunto colchonero, en un día que será inolvidable a lo largo de los años en la historia del Estadio Azteca.