ÁLVARO CRUZ
El demonio resurge de las profundidades del infierno, impone un estilo, gana con claridad y tiene en Lucas Silva al artillero perfecto para detonar a las defensivas rivales.
El Toluca mostró mejor adaptación en la cancha desde el inicio del partido, y comenzó a rotar el esférico al más puro estilo de Enrique Meza, con equilibrio defensivo y desdobles rápidos que Sinha orquestaba con su toque privilegiado.
Puebla parecía perdido, corría sin rumbo fijo en el campo, se deshacía de la pelota con pases largos a Beasley que eran resueltos por la defensiva escarlata; sólo Alustiza intentaba darle amplitud al juego, pero era insuficiente ante el desorden táctico de su equipo.
Pronto llegaría el primer balde de agua fría para los de casa, cuando Lucas Silva remató de cabeza al ángulo un tiro de esquina de Sinha a primer palo, para dejar sin oportunidad al meta poblano.
El empate llegó luego de que Puebla le robara el balón a Dueñas por izquierda habilitaron a Beasley, y éste centró para Toloza quien metió la pelota a la portería en tres tiempos, tirado en el pasto y con las uñas de los pies.
Pero la balanza volvería a inclinarse hacia el lado rojo, que volvió a dar muestra de su gran trabajo en táctica fija Sinha tocó de vaselina para Esquivel, y tras el desplome de dos defensas, habilitó a Thiago para pusiera la ventaja en el marcado sobre el final del primer tiempo.
Los Diablos retomaron el control de las acciones, explotaron los espacios largos que dejaron los poblanos, y fue la dupla Cacho-Silva la que hizo estragos en la zaga local, con una combinación precisa que tuvo toque, centro y definición con la testa de Lucas Silva, ante la impotencia de los defensores.
El trámite del encuentro no tuvo variedad, un desconcertado Puebla era superado con claridad por los choriceros, que apelaron al oficio sin dejar de atacar, sobretodo por el centro, una zona desierta en el campo poblano, que para su fortuna no generó más goles en contra.
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