Apenas el miércoles pasado, Marco Antonio Rodríguez anunció su retiro como árbitro profesional... pero en su familia ya hay alguien que seguirá con su legado, su sobrino, Cristóbal, quien en agosto debutará como árbitro profesional en Tercera División.
Con 21 años de edad, Cristóbal aprobó el curso para ser profesional. "Comencé a pitar partidos para sacar un poco de dinero para pagarme los entrenamientos, porque antes de decidir ser árbitro quería ser jugador", dijo.
Su primer partido como silbante fue a los 15 años de edad, en la Unidad Habitacional de Cabeza de Juárez, en Iztapalapa, "Ahí te das cuenta si esto del arbitraje es tu vocación, porque pitar en el llano es aprender a manejar la presión y soportar las agresiones", contó.
Cuando decidió dejar el futbol para ser árbitro, lo comentó con su tío, Marco Antonio, quien le aconsejó.
"Le platiqué a los pocos días de mi decisión y me apoyó, al igual que mi papá, quien también fue árbitro profesional hasta la Segunda División", afirmó.
El objetivo de Cristóbal es tratar de conseguir lo que alcanzó su tío, siete partidos en tres Copas del Mundo.
"Es un sueño para cualquier árbitro asistir a una Copa del Mundo. Mi tío lo consiguió y yo también quiero ir a un Mundial", dijo el candidato a silbante.
A su regreso de Brasil, su tío, le regaló un silbato con el que pitó varios años en la Primera División y unas tarjetas de FIFA.
Su paso por el llano no fue fácil. "En mi primer partido me agarraron a golpes, pero son experiencias que te sirven para tu formación", explicó.