Pachuca da el primer golpe a León en la Final

Loboa en la disputa por el balón
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SAÚL MOLINA
IVÁN CAÑADA
| 15 Mayo, 2014

Una batalla de auténticos gladiadores en la cancha fue definida por el luchador que supo concretar sus golpes en el momento más oportuno, cuando la pelea más lo requería. El primer capítulo de una lucha sin cuartel fue para unos Tuzos oportunos, eficaces, más inteligentes y contagiados de tranquilidad por un estratega como Enrique Meza para dar un paso adelante en su búsqueda por un nuevo campeonato.

El Pachuca pudo irse tranquilamente con 5-1 en contra después de los primeros 45 minutos, pero reculó en el momento más adecuado, cuando los leones hambrientos más rondaron a su presa, jugaron con ella y fallaron al tratar de devorársela. Por instantes dio la sensación que los Panzas Verdes querían anotar el tercer tanto sin siquiera llegar al primero y eso les costó en el encuentro.

ASÍ LO VIVIMOS: MINUTO A MINUTO

El León sufrió lo que muchas veces lamentó a lo largo de la temporada y eso fue la falta de contundencia. Los esmeraldas hicieron de todo para llegar al gol menos justamente saber anotarlos.

Dieron con los postes, con Óscar Pérez, con la zaga hidalguense, pero sobre todo, con su propia falta de puntería. El partido era suyo y de nadie más. Su ritmo era frenético. Recuperaban y presionaban, también atacaban, remataban y dominaban. Todo el tiempo en cancha de su rival asfixiado, sin capacidad de respuesta y vulnerable en media cancha.

Todo ese recital no valió, sin embargo, más que para anotar un solo gol mediante una jugada a balón parado concretada por Carlos Peña. Lo que tantas veces se cantó finalmente llegó y el Bajío explotó, lo gozó.

Ese momento de felicidad, no obstante, duró pocos minutos. Llegó el verdugo de la mayoría de las defensas de esta Liga, que responde al nombre de Enner Valencia, y León también lo sufrió. El goleador apareció como el mejor cazador, con sigilo y voracidad. El marcador se empató de repente y nadie daba crédito a ello por la pasmosa superioridad esmeralda.

Para ese entonces, Enrique Meza ya había dado entrada a Erick Gutiérrez que reflejó su aporte sobre todo en la segunda mitad al ponerle un freno de mano forzado a la locomotora esmeralda. A partir del segundo uno del complemento, los papeles se invirtieron y el Pachuca pasó a ser un tanto lo que era el León.

La diferencia radicó en la contundencia. Enner Valencia, de nueva cuenta, puso su nombre en el electrónico otra vez después de una jugada a balón parado y minutos más tarde, Hirving Lozano complicó mucho más la existencia del León, mientras Jesús Martínez Patiño, desde su palco visitante, levantaba los brazos y gritaba eufóricamente los tantos de los suyos. León lo lamentó el resto de la noche.

Esos lamentos no significaron bajar los brazos, sino todo lo contrario, aunque en sus mentes no dejaban de pasar todas aquellas oportunidades que se escaparon en el primer tiempo que no regresaron con tanta frecuencia en los minutos restantes. Boselli recortó distancias y revivió a un equipo que empezaba a caer en la desesperación y en el que Matosas rescindió de Montes y Peña, desgastados por la ardua batalla y tapados en el complemento.

El León pisó de nuevo el acelerador y ahí apareció la figura de Óscar Pérez, que con más de 40 años parece un joven con una elasticidad de 25 y reflejos de Conejo. El guardameta sacó todo disparó que le llegó y hasta fue auxiliado por Rodolfo Pizarro cuando el balón tocó la línea, pero no pasó de ahí.

Los Tuzos se llevarían el triunfo y dieron el primer golpe con destino a un nuevo campeonato. Dentro de 90 minutos se sentencia la serie.