Uno de los capítulos más tristes para el americanismo sucedió el 7 de junio del 2000, durante la visita de Boca Juniors al Estadio Azteca para disputar el partido de Vuelta de la Semifinal de la Copa Libertadores.
Cuando las Águilas ya habían acariciado la gloria al reponerse de manera heroica de un 4-1 de la Ida, celebrada en Argentina, a tal grado de empatar el global, un gol agónico de Walter Samuel echó todo a perder y los aires de eliminación rondaron en Santa Úrsula para hacerse efectivos.
En una noche que pintaba para ser épica, dos anotaciones del delantero azulcrema José Luis Calderón y una más del chileno Fabián Estay, hicieron que la afición explotara de júbilo. Hasta ese momento era el 4-4 global y si las cosas seguían así, todo debía decidirse en penaltis.
Pero Samuel acabó con la fiesta y a tan sólo dos minutos después de que América había emparejado la serie, en un tiro de esquina, vino el derrumbe azulcrema y con cabezazo certero, tras la pérdida de marca de Carlos Hermosillo, dejó al estadio callado e inmóvil al arquero Christian Martínez.
“Los tragos amargos o cosas así de la vida uno tiene que aprender y son para crecer. Por algo pasan las cosas y uno las tiene que asimilar. No siempre toda mi carrera fue agradable, también uno comete errores, aunque afortunadamente fueron más las alegrías”, señaló Hermosillo.
La afición tuvo que retirarse del Azteca con la amargura de la eliminación y con la sensación de haber acariciado la gloria. El lateral xeneize fue el héroe en una noche que ya sentían perdida y el técnico americanista Alfredo Tena lamentó que un descuido echara todo a perder.