Del cielo al infierno cayó Agustín Marchesín y puso al América en la Final de la Concachampions, que le ganó a Santos con diez hombres y teniendo todo en sus manos para volver a Japón, pero antes tendrán que derrotar a Tigres.
En Torreón seguro le rezaban a su santo: Agustín Marchesín. El arquero de los Laguneros se puso la capa y salió cual superhéroe a defender a todo pulmón su portería.
No importaba el minuto en qué sucediera que América se acercaba a la puerta de Santos, porque ahí siempre estaba Marchesín para atajar cada uno de los esféricos.
En el primer tiempo, las Águilas fueron precisas, encontraban los espacios, se distribuían y jugaban bien con el esférico, pero siempre en cada oportunidad que tuvieron, ya sea Oribe Peralta, Darwin Quintero, Osvaldo Martínez y Andrés Andrade, sólo se quedaron muy cerca en los primeros 45 minutos.
Las formas del guardameta argentino fueron fenomenales, incluso para la afición que asistió al Estadio Azteca, quienes se quedaban con la boca abierta en la forma que atajaba los que podían ser los goles de su equipo.
El segundo tiempo estuvo lleno de emociones, todo seguía apuntando a la portería de Santos, nulas eran las llegadas hacia Moisés Muñoz pero de nueva cuenta el dúo dinámico Darwin- Peralta no estaba carburando como en otros momentos y la desesperación comenzaba a llegar.
Tal fue el punto, que en el minuto 86, cuando parecía que los dirigidos por Nacho Ambriz estaban dominando el terreno, la ira se apoderó de Darwin Quintero y fue con todo contra Diego González lo que provocó su expulsión y dejó con diez hombres a las Águilas que vivirían otro episodio.
El 0-0 regaló tiempos extras en el Coloso de Santa Úrsula y alargó las emociones por unos minutos más.
Minuto 102, Michael Arroyo, quien se tardó en aparecer en el campo, llegó al momento y convirtió de héroe a villano a Marchesín, con su tiro libre que terminó en gol al pasarle por las manos al arquero, haciendo que el Azteca retumbara al verse puesto en la Final de la Concachampions.