No es un secreto que la violencia en los estadios de futbol es un problema que aqueja en todo el mundo, pero mucho tiene que ver la forma en cómo se ataca la problemática para frenarlo.
Y es que en otros países hay mano dura sobre los responsables que comúnmente suelen ser los equipos locales y las sanciones van desde multas económicas hasta el veto de su inmueble.
Una muestra clara y que implicó uno de los castigos más severos para un club, fue la sanción que recibió el Alianza Lima, de Perú, en 2015, cuando después de una trifulca contra los aficionados del Huracán, de Argentina, en juego correspondiente a una fase previa a la Copa Libertadores, se decidió vetar al equipo peruano, prohibiéndole jugar en cualquier recinto de la capital, ciudad sede del club.
“Por lo menos cinco meses, Alianza Lima tendrá que jugar en provincia. Acá en Lima no va a jugar (ni en el Estadio Alejandro Villanueva ni en el Estadio Nacional). Esto se decidió por la actitud de los barristas y por el accionar, que incluso traspasó a nivel internacional”, explicó aquella vez Raúl Tenorio, representante de la Onagi (Oficina Nacional de Gobierno Interior).
El Viejo Continente también ha mostrado una postura dura para este tipo de eventos, como fue en el Clásico serbio donde el Partizan venció como visitante 0-1 al Estrella Roja de Belgrado, en donde el juego culminó con una batalla campal en las gradas que dejó más de 50 heridos y 40 detenidos, una multa económica y veto de tres partidos al Estadio Rajko Mitic.