El Villarreal entró en la historia de la UEFA Europa League al cumplir el sueño de ganar esta competición y lo hizo con un guion imposible, ya que la Final necesitó de 22 penaltis para resolverse de los que fueron gol los 21 primeros hasta que Gerónimo Rulli detuvo el vigésimo segundo lanzado por David De Gea.
La emoción de los penaltis, todos convertidos menos el último, eclipsó los 120 minutos de juego en los que el Manchester United dominó hasta el minuto 90, pero del que se adueñó el Villarreal en la prórroga, aunque su sustancial mejoría no fue suficiente para desequilibrar el marcador antes de los lanzamientos.
De entrada, el equipo inglés tuvo el balón y jugó siempre de cara a la meta del Subamrino Amarillo, mientras que a este equipo le costó mucho equilibrar las fuerzas pese a un buen juego defensivo, pero sin apenas contragolpe y solo con alguna acción de peligro a balón parado.
En un par de tiros de esquina lanzados por Dani Parejo, el Villarreal puso en apuros a la meta del conjunto inglés. Fueron la antesala del 1-0 marcado por Gerard Moreno en el minuto 29 al anticiparse a la defensa en una falta muy bien lanzado por Parejo.
Tras el gol, el Manchester recuperó la posesión del balón y, aunque no fue capaz de crear verdadero peligro, sí que obligó a que el Villarreal se viera encerrado en el área y a que en los minutos previos al descanso, aumentaran los problemas para el equipo español.
Consciente de cómo había acabado la primera mitad, el Villarreal cambió. Suyo fue el balón en los primeros minutos de la segunda mitad, algo que no se había visto hasta entonces. Sin embargo, a pesar de ese cambio en la dinámica del encuentro, un balón suelto en el área fue aprovechado por Edinson Cavani para equilibrar el marcador 1-1.
A medida que se acercaba el minuto 90, el agobio era mayor y al Villarreal no le quedaba más objetivo que no recibir un gol letal, porque sus opciones a la contra se habían reducido al mínimo ante la fortaleza mostrada por el oponente. El partido llegó a la prórroga.
Tal y como ocurrió tras el descanso, el Villarreal cobró protagonismo, se acercó a la meta del United y dispuso de algún disparo, aunque impreciso. El partido se había equilibrado porque la mejoría del equipo de La Plana fue sustancial, pero no lo suficiente como para marcar el tanto definitivo, por lo que el encuentro se definió en los disparos desde los once pasos, donde todos fueron certeros, excepto el portero de los Red Devils, que vio atajado su disparo por Rulli para proclamar al Villarreal Campeón.