El Liverpool no desaprovechó el tropiezo del Napoli, que no pudo pasar del empate en casa ante el Salzburgo, para imponerse por 2-1 a un Genk, que a punto estuvo de hacer pagar la apatía de los de Jürgen Klopp, que durante muchos minutos parecieron estar más pendientes del próximo compromiso liguero con el Manchester City que del duelo con el conjunto belga.
Algo que nadie hubiera podido imaginar ante el abrumador domino inicial del Liverpool, que antes de cumplirse el primer cuarto de hora de juego, ya dominaba en el marcador (1-0) con un gol del holandés Georginio Wijnaldum.
James Milner volvió a demostrar su calidad y polifuncionalidad en la jugada del 1-0, una acción en la que el jugador inglés tras llegar a la línea de fondo puso un centro para que Wijnaldum, eso sí, tras varios rebotes, abriera el marcador a los catorce minutos.
De hecho, el incansable Milner volvió a llevar el peligro a la portería del conjunto belga siete minutos más tarde con un disparo desde el vértice del área que salió excesivamente centrado.
Pero si el empeño de James Milner fue innegable, la ambición del Liverpool, pese a llegar cíclicamente a la portería rival, poco a poco fue agotándose, pensando en el trascendental duelo liguero que le enfrentará el próximo domingo con el Manchester City.
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Una cita que tuvo muy en cuenta el preparador de los Reds, que no dudó en dejar de inicio en el banquillo a piezas clave como el lateral Andrew Robertson y, sobre todo, a los delanteros Roberto Firmino y Sadio Mané.
A los 41 minutos, el delantero tanzano Mbwana Samatta estableció el empate (1-1) al rematar de cabeza completamente solo en el primer palo un saque de esquina.
Tanto que acabó por envalentonar al Genk, que soñó con la posibilidad de lograr, tras quince partidos, su primer triunfo en la Champions, tras rozar de nuevo el gol a los 43 minutos en un remate del centrocampista Bryan Heynen que se marchó fuera por muy poco.
Pero si el equipo belga demostró su falta de instinto 'asesino' al inicio del segundo lapso en una acción del japonés Junya Ito, que buscó el centro, cuando tenía todo a su favor para rematar a portería, el Liverpool demostró que sí algo le sobra es gol.
Como dejó claro a los 53 minutos con el gol de Alex Oxlade-Chamberlain, que no desaprovechó la primer oportunidad de la que dispusieron los "reds" en el segundo para volver a poner de nuevo a los Klopp por delante (2-1) en el marcador.
Oxlade-Chamberlain, que ya logró dos de los cuatro goles (1-4) que el Liverpool anotó en la última jornada en el campo del Genk, culminó con un magnífico reverso en el interior del área un pase del egipcio Mohamed Salah.
Un gol que llevó de nuevo a caer al Liverpool en la indolencia. Una actitud que a punto estuvo de costar muy cara al vigente campeón de Europa.
Y es que el Genk rozó el definitivo empate a nueve minutos para la conclusión en un remate de Bryan Heynen, que tras internarse libre de marca en el área obligó a lucirse al portero brasileño Alisson Becker, que con su parada evitó que el Liverpool pagase su apatía.