Uber reveló que mantuvo en secreto durante un año un hackeo en el que se robó la información personal de más 57 millones de clientes y conductores de la asediada compañía de transporte.
A la fecha no hay evidencia de que la información robada haya sido utilizada indebidamente, escribió en un blog el nuevo director general de Uber, Dara Khosrowshahi. Parte de los motivos de que no haya pasado nada malo es porque Uber reconoce que pagó 100.000 dólares a los hackers para destruir la información.
En su blog, Khosrowshahi censuró la manera como Uber manejó el robo de la información.
“Aunque no puedo borrar el pasado, puedo comprometerme a nombre de cada empleado de Uber que aprenderemos de nuestros errores”, escribió el ejecutivo. “Estamos cambiando la manera como funcionamos, poniendo la integridad al centro de cada decisión que hagamos y trabajando arduamente para ganarnos la confianza de nuestros clientes”.
Ese compromiso no debe ser una excusa frente al anterior régimen de conducta indignante de Uber, dijo Sam Curry, director jefe de seguridad de la firma de seguridad digital Cybereason.
“Lo verdaderamente tenebroso aquí es que Uber pagó un soborno, esencialmente un rescate para desaparecer la información robada y actuó como si estuvieran por encima de la ley”, señaló Curry. “Esas personas responsables de la integridad y confidencialidad de la información de hecho encubrieron el asunto”.
El robo de la información implicó los nombres y correos electrónicos de 57 millones de usuarios en el mundo. Los ladrones también se llevaron los números de las licencias de 600.000 conductores de Uber en Estados Unidos