El Sistema Penal Mexicano sufre dolencias que le impiden cumplir (en teoría) una de sus principales funciones: rehabilitar a los presos para que no vuelvan a delinquir.
De acuerdo con los alcances de la auditoría realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en donde se analizaron los resultados de la Secretaría de Gobernación para atender el problema público relativo a la marginal reinserción social, los resultados relacionados con la seguridad penitenciaria, desarrollo de infraestructura, coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública y profesionalización del personal penitenciario, los programas de reintegración no han sido exitosos.
Hasta finales de 2016, 22 mil 747 mexicanos se encontraban en los Centros Federales de Readaptación Social (CEFERESOS) por delitos federales; de éstos, 11 mil 892 reclusos ya habían pisado un centro de readaptación social.
Esto significa que el 50 por ciento de la población carcelaria reincide en la criminalidad.
Respecto a los programas para rehabilitar convictos —que otorgan la libertad anticipada— únicamente 273 personas los aprobaron (el 1.6 por ciento de la población carcelaria); mientras tanto, el 98. 4 por ciento restante no logró avalarlos y, de esta forma, salir de prisión.
“Se trata de indicadores que evidencian la limitada efectividad de los tratamientos de reinserción social, pues las personas vuelven a delinquir”, enfatizó la ASF.