La quema de Judas es una práctica que se viene realizando desde hace siglos y que con la colonización española se fue expandiendo por toda América Latina.
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Desde el origen de esta tradición se hace una figura de un diablo o muñeco amorfo que representa a Judas Iscariote, al cual le prenden fuego por la traición de entregar a Jesús de Nazaret por 30 monedas de oro y esto terminó con su crucifixión.
De esta forma se termina con el traidor al otro día de la muerte de Jesús, dando paso a un nuevo comienzo que, con el paso del tiempo, se ha venido transformando hasta convertirlo en un acto antipolítico y social.
La quema de los nuevos Judas
Al saber que con quemar a una figura hecha de cartón se lavaban los pecados o se terminaba con la maldad, la sociedad empezó cambiar la figura del diablo por personajes ya sean de políticos o de gente que en ese momento genere el odio colectivo.

Lejos de ser una purificación espiritual, se volvió una catarsis masiva para acabar con esos personajes que son odiados e incluso se ponen a políticos como protesta por su mal actuar a favor del pueblo.
Con quemar a Judas se cree que se acaba con el diablo o la maldad, y mas si lo exhibes públicamente y el colectivo participa en una ceremonia donde el fuego consume lo podrido y se da paso a una nueva etapa.
