Ignacio López Tarso, el primer actor, falleció este sábado a los 98 años de edad después de una grave neumonía; sin embargo, la estrella del cine mexicano, protagonista en la Época de Oro de la pantalla grande nacional, dejó grandes actuaciones por las que será recordado en la eternidad.
El primer papel de alto calibre llegó en 1959 para un joven actor, que debió protagonizar Macario. Una actuación memorable, llena de emoción, donde interpretó a un humilde campesino obsesionado con su pobreza y el miedo a la muerte. Actuación que llevó a la cima de la pantalla grande a López Tarso, misma que condujo al filme a la nominación por un Premio de la Academia.
En otra gran interpretación, el primer actor dio vida a Juan Preciado de Pedro Páramo, película basada en la novela de Juan Rulfo, dirigida por Carlos Velo. Desarrolló el papel del joven que viaja a Comala para encontrar a su padre para exigirle lo que le corresponde por derecho. Una extraordinaria actuación donde confirmó su talento como actor.
Otra de sus actuaciones memorables la filmó en 1960, donde protagonizó La Sombra del Caudillo, película que llegó a ser censurada por el Gobierno de México durante 30 años. El filme toca el tema de los relevos presidenciales en años posteriores a la Revolución Mexicana.
Para 1961, otra de sus actuaciones estelares se desarrolló en La Rosa Blanca, película con la que ganó su primer Premio Ariel como mejor actor. Una cinta que retrató una historia sobre la expropiación petrolera y la ambición y codicia de las empresas ligadas a esta industria. Un relato de un campesino que genera emociones variables.
Por estos papeles y su gran carisma, la imagen de Ignacio López Tarso vivirá siempre en la memoria de los mexicanos y de todos los amantes del cine en el mundo.
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