Dos años tuvieron que pasar para que la Basílica de Guadalupe pudiera recibir a millones de peregrinos este 12 de diciembre 2022, para que desde primera hora se realizara la Misa y las Mañanitas a la Virgen.
El año 2019 fue el último en donde la’ Viregncita’ tuvo su fiesta, porque en 2020 y 2021 se vio limitada y una Basílica vacía por las restricciones sanitarias del Covid-19, por lo que solo se habían dado de manera virtual. Sin embargo para para este aniversario 491 de la aparición de la ‘Morenita del Tepeyac’ a San Juan Diego todo regresó a la normalidad.
La Basílica de Guadalupe es visible a kilómetros de distancia. Su cuerpo es redondo y sobre su techo hay una estructura que simula el manto de la Virgen. Esto envía un mensaje: Ella cobija a todos, tal y como siente Yamilleth.
Los mexicanos conocen la zona como “La Villa” y a su alrededor el movimiento no cesa. Por sus accesos peatonales fluyen peregrinos locales o extranjeros. Lo mismo llora un bebé desde su carriola que un anciano apoyado en su bastón.
Algunos asisten a misa. Otros se persignan y se van. Muchos prenden cirios afuera del templo.
La fe en la Virgen de Guadalupe no choca con otras creencias. Es usual observar fieles que entran al santuario entonando canciones típicas de sus pueblos o vistiendo ropas autóctonas.
“Nosotros somos de la Comparsa Axolotl Niño Dormidito”, dijo a AP Guadalupe Rodríguez, una mujer sonriente que fotografía a sus compañeros, unos danzantes con quienes caminó desde un barrio ubicado a unos 25 kilómetros de ahí.
Son casi una decena. Visten túnicas de colores, sombreros que parecen tambores y máscaras de hombres barbados. Mientras avanzan interpretan un baile que surgió como una especie de burla hacia los conquistadores.
La Basílica actual es el edificio más nuevo del complejo. Data de 1976 y, según el gobierno de Ciudad de México, el 12 de diciembre pasado recibió a 3,5 millones de fieles que celebraron la aparición de la Virgen hace casi 500 años.
A su alrededor hay otros santuarios: un exconvento, una capilla y la primera parroquia en la que se edificó una ermita para la Guadalupana. Ninguna, sin embargo, tiene un tesoro como el de la nueva Basílica.
Un manto que cuelga al centro del recinto es la prueba del milagro. Desde ahí, como alguna vez miró a su Juan Dieguito, la Virgen de Guadalupe observa al resto de sus hijos. La protege un vidrio que ha resistido atentados y se la puede ver a pocos metros desde una banda móvil que pasa bajo sus pies.
Ahí no se permite tomar fotos pero para sus fieles eso no resta emoción al encuentro. “Ni te puedo describir cómo lloré”, contó Yamilleth.