Sebastián Córdova, quimera

Luis García

Luis García

Luis García

Luis García
| 08 Feb, 2020

Cada vez que en el escenario aparece un joven y virtuoso futbolista mexicano automáticamente provoca una fusión de sentimientos que oscilan entre la esperanza y el delirio. También es una amarga verdad que el surgimiento de nuevos talentos nacionales no es una práctica a común, por ende solemos colocar a ciertos personajes en el trono mucho antes de merecerlo. Es una especie de urgencia por aferrarse a una ilusión de encontrar al siguiente mesías mexicano que encabece una revuelta que se instaure en la historia. 

Y así vivimos, atrapados entre lo que nos gustaría que sucediera y lo que en realidad sucede. Intentado navegar y convivir con estos confusos sentimientos, de pronto apareciste tú, Sebastián, un chamaco que tiene una relación con la pelota que enamora. Y tu irrupción se da en un club que no suele tener paciencia con los incipientes valores mexicanos, si bien últimamente han migrado varios jugadores mexicanos salidos de las entrañas amarillas, su apuesta en gran medida es la contratación tanto de entes nacidos en nuestra nación como los foráneos.

Me gusta que tu crecimiento ha sido gradual, tu talento obliga a tus jerarcas a darte juego, pero lo han hecho con tiento, no eres un indiscutido en el once titular del América, aunque sí eres un elemento esencial cuando de calidad se trata. Tú disfrutas el juego, lo entiendes perfectamente, transitas el campo con una libertad que resulta envidiable. Existen ciertos jugadores a los que no les puedes permitir independencia porque son capaces de convertirlo en libertinaje, tú eres todo lo contrario, tú necesitas absoluta emancipación para entrar en sintonía con tu arte. 

Tienes apenas 22 años, es cierto que en otros países existen personajes que a tu edad ya son estrellas rutilantes, aunque cabe recordar que en México los futbolistas nacionales tardan en madurar por las escasas ventanas de oportunidad que se les brindan. Tu recorrido es corto, estuviste prestado en Oaxaca y en Necaxa, lo cual no es malo, rodar en donde sea siempre será redituable. Regresaste a tu sitio de origen, y con esa zurda y mente privilegiada estás empezando a escribir con tinta indeleble tus aventuras. 

Ser un futbolista de perfil izquierdo te hace vistoso, los zurdos son más seductores y mejores que los diestros, y aparte son mucho menos en cantidad. 

Tuve la fortuna de observarte jugar en vivo ante el Puebla el martes pasado, fuiste un espectáculo en todas las aristas analizables. Te asociaste con la mayoría de tus compañeros, siempre ofreciéndoles rutas de escape, encontraste siempre posición para manejar la pelota sin marca, es decir, no sólo piensas con el balón en los pies, lo haces para encontrarte con él en las mejores condiciones posibles. Y por si todo lo anterior fuera poco, te mandaste un remate de volea con la pierna derecha, de esos que generan escalofríos por lo hermoso, por nada rompes en dos el travesaño de Vikonis, el portero poblano. 

En Selección Nacional estás teniendo algunos llamados, cierto, en el equipo alternativo, pero es el representativo mayor, y eso cuenta y nutre tu progresión. Tu listeza es notable, te sabes poseedor de un ingenio sobrenatural, lo explotas y lo pones en evidencia, siendo lo mejor y lo más importante que no te ruborizas en ningún atmósfera. Podrás jugar bien o mal, pero tus ideas, tu magia y tu creatividad no la escondes nunca.

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