Luis García
El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.
Álvaro Fidalgo, orientador
Sin el menor atisbo de duda eres de las mejores contrataciones de este campeonato, debido a nuestro resquemor por elevar la vista más allá de nuestras fronteras solemos enjuiciar sin conocer cualquier cosa, situación o persona, que provenga de afuera. Mientras en la mayoría del orbe en el futbol las líneas divisorias se borran, acá pretendemos marcarlas más, y no es que no vengan extranjeros, al revés, vienen muchos más de los que deberían, y algunos bastante raquíticos.
El cuestionamiento descansa en que denostamos con suma facilidad algo, o a alguien, cuando no lo conocemos, ahí radica el grotesco yerro. Tú caso es el perfecto ejemplo, así como el de tu entrenador Santiago Solari, a quien se le pretendió aventar a la hoguera cuando se supo sería el director técnico del América.
La cantidad de barrabasadas que se dijeron sobre su incorporación no fueran pocas ni menores, mismas que se incrementaron cuando gestó tu concurso. Pues vaya paradoja, en un lapso de tiempo sumamente corto, tu jefe de vestidor ya disipó cualquier duda, y tú has hecho prácticamente lo mismo.
Tú incorporación al equipo titular del América fue gradual, fue sensible, fue inteligente, para que aventarte al ruedo sin capote o espada, te brindaron el tiempo justo para que hoy brilles de monumental manera.
Eres un espectáculo de simpleza, lo pragmático de tu juego es una canija maravilla, aspecto que no le quita ni lo artístico ni lo hermoso. Te vinculas con el pase y recepción de forma extraordinaria, este par de conceptos no tan valorados, tú los utilizas como letal armamento para minar cualquier oposición.
Durante la historia de la pelota han existido hombres que han tocado el cielo mediante el pase y la recepción, a mi me tocó sufrir de cruel manera a un club así, el Barcelona de Johan Cruyff, era una máquina de tocar la pelota sin el menor rubor hasta desquiciar a cualquiera, así como el Barcelona de Pep Guardiola, bajo la batuta de Xavi Hernández y Andrés Iniesta. No pretendo compararte con ninguno de estos monstruos del balón, mi idea es aplaudir tu enorme contribución mediante la solvencia técnica.
No soy de números, me incordia utilizarlos en mi oficio de comentarista, pero aquí haré una ligera excepción. En el Clásico Nacional del pasado domingo tuviste una efectividad en el pase del 87%, acertaste 41 pases, una locura, fuiste un facilitador de la aplanadora que resultó tu cofradía.
Tocas y te mueves siempre, usas uno o dos toques, no necesitas más, aplicas a la perfección el espinoso concepto de recibir la pelota perfilado. Y las escasas ocasiones que te arrinconan, te escapas en conducción, utilizando con sapiencia tu escuálida constitución, por si algo le faltaba a tu notable técnica individual, también eres escurridizo. Aunado a esto, no solo eres medular en el volumen de juego de tu equipo, de pronto eres capaz de filtrar balones en profundidad por rendijas que nadie observa.
Jugar fácil es una de las cosas más complicadas de este deporte, y tú parece que lo tienes como dogma, no te aburres nunca de hacerlo, para mi te ha convertido en el director de una armónica orquesta que viste de amarillo. Bienvenida tu concepción del juego, bienvenida tu sencillez para relacionarte con la pelota, bienvenido a México Álvaro.