México no pudo en los dos partidos más difíciles del Octagonal. Ahora fue en Canadá con un clima hostil que nunca dejó que el equipo de Martino se sintiera cómodo en el campo y se organizara de mediocampo hacia adelante.
Un primer tiempo seco y anodino en donde tampoco el local pudo generar futbol ofensivo hasta que Johnston aprovechó un mal despeje y sobre la compensación le pegó al arco, Ochoa dio rebote y Larin aprovechó.
El portero fue cómplice, así como en el segundo gol, que en una pelota detenida en diagonal que viajó más de 20 metros por alto y le fue rematada en la mitad del área chica.
Responsabilidad albiazul, ya de un arquero veterano y salvador de mil batallas que ahora se equivocó y sus errores fueron directamente al marcador.
Mientras Martino no mueva el tablero y sacuda al equipo buscando mayor dinámica, este cuadro no podrá ser protagonista contra equipos físicos y veloces a nivel mundial.
La Eliminatoria se aprieta y el rango de error en busca de clasificar directamente al Mundial se ha reducido, es necesario que la autocrítica penetre en las entrañas del seleccionado y sepan que jugando así, con esa intensidad y ese ritmo en el futbol actual no se compite, porque incluso no se consigue que el centro delantero azteca tenga una pelota clara de gol.
Si Martino, por salvar el trabajo y su prestigio debe sentar vacas sagradas o exigirles como nunca antes nadie les ha exigido, deberá hacerlo, porque el máximo responsable de esto
es él y también el que se llevará todas las consecuencias para bien o para mal.
México todavía está a tiempo de cambiar sus formas y Martino de reinvindicarse; sin embargo, a un año del Mundial, este equipo ilusiona a muy pocos.