Genuino luchador

El auténtico y único Perro Aguayo es uno de los íconos de la lucha libre mexicana y de la sociedad en la que vivimos. Es un ejemplo de tenacidad y fortaleza, tanto física como mental.

Un ser humano que nació para triunfar y desde su fallecimiento convertirse en una leyenda.

FUERTE COMO POCOS
El mexicano es sinónimo de fortaleza, gente de campo, gente de trabajo y esfuerzo.

Don Pedro Aguayo fue bolero, zapatero y panadero. De ahí saltó al boxeo y a la lucha libre, deporte que lo envolvió con su magia, que llenó su torrente sanguíneo y jamás salió de éste.

Tenía una fortaleza física sensacional, pero aún más destacaba la mental. Siempre iba al frente, siempre entregado al público y a sus compañeros. Don Pedro poseía una energía sin igual en cuanto subía al cuadrilátero.

TRIUNFADOR
Con más de 30 años de luchador profesional, el Perro Aguayo acumuló campeonatos, cabelleras y máscaras.

De las luchas que más recuerdo fue en contra del cubano Konnan, cuyo pique terminó en un duelo de máscara contra cabellera que llenó la Arena México en 1991.

Fue una locura esa noche, la recuerdo como si fuera ayer, de hecho justo terminando la lucha Konnan se dio tiempo de recibir a Leo Riaño y obsequiarle una máscara, con todo el dolor que significaba esa trágica noche.

LA MUERTE DEL PERRITO
Estoy seguro de que la muerte de su hijo fue lo más difícil en su vida. Él, como todo padre, amaba a su vástago, pero Pedrito lo mantenía vivo. Fue un golpe duro y sin Pedro ya no volvió a ser el mismo.

Sus días tras la muerte de su hijo fueron grises, difíciles, y nada pudo reparar la pérdida de uno de los mejores rudos de la historia.

APLAUSOS
De aquí hasta la Arena Celestial le envío mi aplauso, mi reconocimiento y mi cariño al que bauticé como 'El Can de Nochistlán'.

Hay un documental que su otro 'hijo', Kahn del Mal, ha preparado junto a un grupo de cineastas sobre Pedrito y don Pedro. Seguro será una fuente para conocer más de ellos.