Una fuerte lluvia sobre el oriente de la Ciudad de México afectó al tercer juego de la serie entre Diablos Rojos y los Bravos de León, lo que sería una dura prueba para el sistema de filtración de agua del nuevo estadio de los Pingos.
Mientras la novena del Bajío se preparaba en el diamante del Alfredo Harp Helú, el granizo dio un anuncio de la tormenta que se esperaba. La precipitación llegó de golpe y personal del inmueble salió rápido a cubrir el terreno de juego con una gran lona, mientras los peloteros de León ingresaban al vestuario para resguardarse de la lluvia.
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A falta de una hora y media para el encuentro, aún no había mucha actividad de aficionados en las gradas del estadio. Más temprano, trabajadores del inmueble estuvieron en el techo arreglando las goteras que afectan a los lugares detrás del home.
Sin embargo, fue tal la cantidad de agua que por escaleras y en la entrada del recinto se apreciaban chorros de agua cayendo. Hasta el momento la organización escarlata no ha declarado la suspensión del juego, cabe recalcar que durante este 2019 los Diablos no habían enfrentado una lluvia semejante antes o durante un encuentro.