Los Knicks volvieron al pasado en un acto desesperado por corregir su camino y jugaron como si se tratara del Siglo XX, buscando que el poderío físico fuera la llave que los regresara a una serie que ya tenía dueño. Los Hawks volarán alto hasta las Semifinales de la Conferencia Este en pleno Madison Square Garden.
Atlanta cerró la eliminatoria (4-1) con un contunde 103-89. El plan de juego le salió durante la primera mitad al coach Tom Thibodeau. El objetivo era contener a Trae Young por medio de una marca fuerte y agresiva, para provocar que el resto de la quinteta rival tomara la responsabilidad al ataque, pero en Nueva York no contaron con otro discreto accionar de su ofensiva.
Al final Young acabó con 36 puntos, uniéndose a Michael Jordan como los únicos jugadores con tres juegos consecutivos de playoffs superando la barrera de los 30. Julius Randle sumó un doble-doble de 23 puntos y 13 rebotes, y tuvo el apoyo de únicamente cuatro compañeros que aportaron más de 10 tantos. En una época de la NBA donde los altos porcentajes de campo terminan marcando la diferencia, a los Knicks no le alcanzó con tener la mejor defensiva. En el otro costado se quedaron sin respuestas, por más que el público en el Madison Square Garden no dejó de alentarlos.
En Atlanta lejos estuvieron de intimidarse por las constantes faltas de su rival, incluidas dos fragrantes. Mantuvieron el juego agresivo y limitaron las entregas de balón, el problema que sufrieron a lo largo de todo el año. Tras Young, el pívot Clint Capela se destacó con 14 puntos y 15 tableros, mientras que De’Andre Hunter añadió 15 unidades.
Ahora es tiempo de soñar para los Hawks, que en las semifinales de la Conferencia Este intentarán bajar de la cima a los 76ers de Filadelfia. Una vez más partirán como víctimas, pero desde llegada de Nate McMillan todo es posible en Atlanta.