La noche del 8 de marzo de 2020, el Abierto de Monterrey alcanzó a disputar la Final de su edición número 12 con la fortuna de su lado al ser uno de los últimos torneos disputados antes de que la WTA cancelara su tour debido al coronavirus.
El efecto dominó hizo un movimiento elíptico que trajo de vuelta el tenis a la Sultana del Norte, pero esta vez no quedó exento de las consecuencias al verse obligado a cerrar las puertas del Club Sonoma para fomentar el distanciamiento social aún en medio de la pandemia.
Un año después de que Elina Svitolina se convirtiera en la última campeona del torneo regiomontano, los organizadores del certamen se dieron a la tarea de analizar quirúrgicamente cada una de las variables con tal de hacer posible la decimotercera edición.
Los daños colaterales pasan por lo económico y a través de la asfixiante presión de cumplir impecablemente con cada exigencia de la WTA y del gobierno, cada ente con sus respectivas restricciones para evitar la propagación del virus.
“Fue gracias a la WTA que tomó la iniciativa este año de continuar con el circuito bajo un protocolo —obviamente— sumamente estricto. Pero sobre todo que se conjuntaron varios torneos en América como Bogotá, Zapopan, Monterrey, Miami y Charleston en South Carolina. Ese primer semestre del año se conjuntó aquí en América y así fue que la WTA decidió seguir hacia adelante”, dice a RÉCORD Hernán Garza, director del Abierto GNP Seguros.
Y es que la suerte jugó a tal grado en favor del Abierto de Monterrey, que cuando Acapulco desestimó continuar su contrato con Octagon y lo tomó Zapopan, se abonó para que la WTA decidiera continuar su tour en el continente.
“Acapulco, desafortunadamente no pudieron ya tener torneo, lo tomó Guadalajara y qué bueno, vienen jugadoras y gracias a eso, WTA pudo programar cinco torneos en América. Si no se hubiera dado no sé qué habría pasado porque no es fácil traer a todas las jugadoras a América y luego regrésate otra vez a Europa o Asia y está complicado, tuvo que hacerse un esfuerzo grande para que el calendario se diera con mínimo cinco torneos aquí en América”, abunda.
Victoria Azarenka, Johanna Konta, Sloane Stephens y Renata Zarazúa como la última y más valiosa pieza al tratarse de la mejor tenista nacional, se logró armar un cuadro altamente competitivo para encarar una de las ediciones más complejas a las que se ha enfrentado este Abierto de Monterrey en su historia, aunque no la más difícil.
“Complicado no fue (organizar el torneo pese a la pandemia), todo mundo cuando hace su calendario, las tenistas al ver a Monterrey dicen ‘quiero volver a ir, me trataron bien, el hotel está muy padre y a minutos de la sede', hemos hecho por atenderlas, hacerles la vida contentas esa semana. Difícil fue el principio ir forjando el prestigio del torneo, no digo que no, nada es fácil pero se facilita después de 13 años con el torneo, han sido tiempos mejores aun con la pandemia. Con la pandemia ha habido cosas buenas, WTA ha sacado provecho”, asegura Garza.