Rodrigo Reyes, un héroe mexicano en Japón que cumplirá un sueño olímpico
El sol se asoma en la inmensa ciudad de Tokio, Japón. Hogar para más de 20 millones de personas, también lo es para miles de mexicanos, que por azares del destino terminaron a más de 10 mil kilómetros de la tierra que los vio nacer. Uno de ellos es Rodrigo Reyes Marín, fotógrafo que lleva más de 13 años viviendo en la capital nipona.
Como en muchas de las historias más clásicas, el amor fue el motor que lo llevó a cruzar el mundo. Casado con una mujer japonesa a la que conoció durante su estancia en una universidad canadiense, Rodrigo se mudó al país de su pareja en 2008, y como varios aztecas, recibió su primera oportunidad laboral en un restaurante, sin embargo, el idioma y la idiosincrasia japonesa no le hicieron sencillos sus primeros años.
“Los japoneses no son personas de otro mundo, simplemente son luchones, son gente muy perseverante, que se concentra en hacer bien algo y no se rinden hasta lograrlo. Yo no sabía nada de japonés al llegar, fue muy difícil comprenderlo, mi esposa me ayudó en muchas ocasiones”, relató.
Rodrigo siempre fue aficionado a la lucha libre, y como si fuera un capricho del destino, la visita del famoso luchador Último Dragón a su trabajo, le permitió mostrar su talento con la lente y convertirse en el corresponsal mexicano en Tokio de la revista Luchas 2000, no sin antes llegar incluso a ser extra en una película donde se requerían extranjeros.
Sin embargo, fueron sus aptitudes con la cámara las que lo llevaron a destacar en territorio asiático, siendo fotoperiodista en agencias de gran renombre como Nippon News y Zuma Press, donde ahora labora como freelance.
Su trabajo habla por él mismo, y este verano, si la pandemia lo permite, estará cubriendo los Juegos Olímpicos, donde será colaborador de una agencia italiana.
Actualmente Rodrigo se ha superado a sí mismo, ya no sufre con el japonés, y tiene una hija de seis años, a la que siempre le habla de México en español, idioma que también enseña a varios estudiantes, a los que da clases de manera virtual. Asimismo, la nostalgia por nuestro país lo llevó a unirse a la Asociación de Mexicanos en Japón, organización con muchas décadas de existencia que le permite estar en contacto con muchos compatriotas, y de la cual administra actualmente su página en Facebook.
“De México extraño mucho la comida y los amigos, el entorno, esas mañanas frías cerca del Centro Histórico. Mi sueño sería poder pasar cada año seis meses en México y seis en Japón”, confesó.
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