Ningún aficionado de la Fórmula 1 se quiso perder el Gran Premio de México, y es que pese a no contar con boletos para entrar al Autódromo Hermanos Rodríguez, varias personas se conformaron con escuchar a lo lejos el rugir de los motores de los monoplazas.
Sin importar que no podían ver casi nada, algunos individuos se dieron cita en las inmediaciones del Autódromo para sentir la euforia que genera el deporte motor.