Bobby Lashley descansó con una enorme sonrisa más allá de su victoria ante Drew McIntyre dentro del Hell in a Cell, la felicidad del campeón de la WWE se debe al protector que tiene cuidándole las espaldas. MVP se ha vuelto la piedra angular de un reinado de terror que se jacta de dominante como muy pocos en la historia.
El Superman Negro le debe todo a MVP y es que tras sacarlo de un falso matrimonio con Lana lo colocó, con sus propias manos, en lo más alto de la empresa de los McMahon. Primero le armó una agrupación a modo para postularlo como mandamás de The Hurt Business, luego consiguió deshacerse de Shelton Benjamin y Cedric Alexander hundiendo sus carreras. Ahora da un golpe de autoridad en la mesa con una victoria definitiva sobre el escocés.
Hoy no hay rival que pueda hacer frente a Bobby Lashley. Las únicas dos superestrellas que puede arrebatarle el cetro máximo de la compañía son Brock Lesnar y John Cena, ambos retirados momentáneamente de los encordados. El portento físico del All Mighty lo hace una bestia casi imposible de vencer. Se necesita un milagro y la desaparición de MVP para acabar con un reinado que poco ha gustado entre la afición.
Lashley y McIntyre dieron un recital de fuerza bruta y llevaron sus físicos al máximo dentro de la colosal estructura de acero en donde arriesgaron todo por demostrar la supremacía como si fueran los líderes de dos manadas batiéndose uno contra otro, pero con la frialdad de un depredador que viaja en solitario en búsqueda de más víctimas. Lashley sigue siendo en rey de la WWE y McIntyre agotó todas sus oportunidades.