La práctica del ejercicio, llevado a cabo en forma regular y sistemática, ayuda a prevenir o controlar enfermedades como obesidad, hipertensión, diabetes, cardiopatías, accidentes, cáncer y ciertos tipos de artritis, minimizando los efectos de la vejez.
En general, las personas que lo practican reportan más energía, menos estrés y una vida más independiente, lo que se traduce en una mejor calidad de vida, con repercusiones positivas en la familia y en la sociedad, incluyendo la reducción de costos relacionados con atención médica.
El programa de entrenamiento para los adultos mayores debe incluir ejercicio aeróbico para incrementar la resistencia, trabajo de fuerza para mantener la masa muscular y la ósea; movimientos de flexo-elasticidad para mantener todos los rangos de movilidad articular y de equilibrio para evitar caídas.
El ejercicio de resistencia incluye actividades que incrementen la frecuencia cardiaca por tiempo prolongado, como caminar, nadar o pedalear o bailar.