El cuerpo de Natalia Fantini no terminaba de secarse por completo tras un exhausto entrenamiento en la alberca del Deportivo Contry AC de Monterrey, cuando ya se había ajustado las agujetas y tenía la raqueta en mano para comenzar su sesión en una de las ocho pistas de tenis del club. Tenía solo 7 años, pero su exigencia física era ya la de una atleta de alto rendimiento.
Pero no dejaba de ser una niña en pleno desarrollo, por lo que sus entrenadores le pusieron un ultimátum y tuvo que elegir entre ser una sirena de tiempo completo o seguir los pasos de su madre y alcanzar el sueño de convertirse en una figura mundial como su admirada María Sharapova, a quien idolatraba por su fiereza en la cancha. Fantini lo tenía tan claro como cuando a los 3 años pisó por primera vez una pista y pidió a los directivos del deportivo que le permitieran tomar la clase pese a que la edad mínima era de 4 años.
“Entrenaba todos los días tenis y natación y hubo un momento donde ya mis entrenadores me pidieron que eligiera qué iba a hacer, porque sales de la natación del agua y tus músculos están relajados y no podía entrar a la cancha bien. Entonces fue cuando tuve que decidir entre natación y tenis y la verdad no fue muy difícil elegir y ahí es cuando decidí que quería jugar tenis”, cuenta a RÉCORD la menor.
Natalia sí tuvo opción de elegir su propio destino a diferencia de Andre Agassi, quien en su autobiografía Open confiesa no haber tenido alternativa, pero irónicamente, el conocer un único camino lo llevó a enfocarse en una sola meta: trascender en el deporte blanco. Esa determinación del tenista estadounidense ha guiado a Fantini en este sendero por consejo de la mejor tenista de México, Renata Zarazúa, quien recomendó dicho libro a la joven regiomontana.
“Tuvimos la oportunidad en cuarentena de tener un Zoom con ella, nos platicó de su trayectoria, de cómo se siente. Acababa de llegar a semis en el torneo de Acapulco, y nos contó cómo se sentía, cómo se preparaba, tuvimos una plática. Le pregunté cómo hacía para sentirse motivada en cuarentena, porque fue parar totalmente y todo lo que teníamos ese año se pospuso. Ella me dio el consejo de visualizar tus metas todos los días y me recomendó leer un libro, el de Agassi, eso me motivó para seguir entrenando fuerte”, comparte.
Pese a tener escasos 14 años, su madurez y marcada convicción salen a relucir en cada palabra que pronuncia, pero sobre todo, en las decisiones que ha tomado en busca de su sueño, como fue renunciar a su vida cómoda en la capital neoleonesa para mudarse a Mérida, Yucatán, donde fue invitada a un proyecto de desarrollo de talentos en un clima idóneo, toda vez que el 80 por ciento de los torneos profesionales se juegan al nivel del mar. Actualmente es la raqueta 840 del ranking ITF junior y espera cerrar el año entre las mejores 300.
“Victoria Jiménez es ahorita la número 2 y me tocó jugar con ella hace un año en la Copa Yucatán, un torneo muy famoso. Y sí se nota cómo juega, pude ver a esas jugadoras y enfocarme en cómo podría jugar como ellas, son una inspiración también y creo que se puede, tengo que trabajar mis golpes. Mi primera meta es poder jugar un Grand Slam junior y luego profesional, en corto plazo quiero ser Top 100 y después llegar a ser profesional, sería un sueño para mí y jugar los Grand Slams como profesional”, puntualiza.
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