Gabriela Agúndez está a un paso de hacer realidad el sueño que labró desde los siete años de edad cuando se inició en los clavados: debutar en Juegos Olímpicos, en Tokio 2020.
En busca de su objetivo, la medallista olímpica juvenil dejó a su familia en Baja California Sur y a los 10 años emigró a la Ciudad de México, después de enfrentar diferencias con la entrenadora china Ma Jin, regresó a La Paz donde trabajó con el profesor cubano Yuniesky Hernández, quien falleció en 2020.
Nuevamente se separó de su familia y viajó a Guadalajara para entrenar con Iván Bautista, vivió la incertidumbre por el aplazamiento de la máxima justa deportiva, el incendio del gimnasio de clavados en el Code Jalisco y venció el Covid-19.
Obstáculos que la llenaron de fortaleza y a principio de mes, conquistó la plaza olímpica para el país en la plataforma individual y en sincronizados, junto a Alejandra Orozco, en la Copa del Mundo de Clavados en Tokio.
"Sabía que había un compromiso con México y también conmigo misma porque desde mucho tiempo he tenido este sueño, este objetivo de querer estar en mis primeros Juegos Olímpicos. Este año de la pandemia nos sirvió para perfeccionar detalles, el trabajo que se hizo con Iván (Bautista) y con Ale fue notorio, se demostró que México tiene potencial”, platicó Agúndez en conferencia virtual.
La clavadista de 20 años de edad buscará ponerle su nombre a las plazas olímpicas en el selectivo nacional, con fecha por definir, para ver consagrados 13 años de esfuerzo.
“Siempre lo tuve muy claro, he trabajado muy en serio, dije 'quiero estar en unos Juegos Olímpicos' y he ido paso por paso. Inicié en Olimpiadas Nacionales siendo campeona, en Panamericanos Juveniles, participé en Centroamericanos en 2014, Barranquilla 2018, Grand Prix, bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud, plata en los Panamericanos de Lima.
“He hecho un buen trabajo y estoy motivada, aquí se vio que hay potencial y a Juegos Olímpicos podemos llegar de una muy buena manera y hacer un muy buen papel”, mencionó.