Baker Mayfield ha demostrado que está lejos de los estándares de un quarterback en la NFL, el hombre insignia de los Cleveland Browns sale de lo tradicional para ser un hombre rebelde y obstinado en la posición más protegida del futbol americano profesional. En su cuarto año en la Liga, el pasador quiere despuntar para dejar de ser una promesa y convertirse en una realidad.
Cleveland dio la campanada en 2020 tras colarse a Postemporada tras 18 años de ausencia y por si fuera poco dicha hazaña, fueron a Heinz Field a aplastar al equipo de Pittsburgh y dejarlo fuera de la contienda. Kevin Stefanski vivió un debut de ensueño como entrenador en jefe y uno de sus movimientos clave fue el cambio de ideología que adoptó su ofensiva.
Correr el balón con los dos caballos de potencia que tiene la escuadra se volvió su gran virtud. Nick Chubb y Kareem Hunt se combinaron para 1908 yardas en total y 18 visitas a la zona de anotación. Los dos corredores de los Browns recibieron las balas por Mayfield, quien adoptó un nuevo rol como manejador de juego, no obstante su desempeño como quarterback sufrió una alteración bastante positiva.
El obstinado mariscal de campo no viene de su mejor año en yardas por pase ni en touchdowns lanzados, pero bajó de manera sobresaliente dos estadísticas: su número de intercepciones y sus capturas en contra. Mayfield se ha convertido en un pasador “duro de matar” y es que en 2020 apenas recibió 26 sacks, 14 menos que en 2019, la línea ofensiva se ha convertido en su grandísima virtud.
Los Browns llegaron de golpe a los Playoffs y quieren dejar las cosas claras: esto no fue un golpe de suerte. El segundo año de Stefanski promete consagrar al equipo de Cleveland como un contendiente fuerte en la Conferencia Americana, ya lograron quitarse de encima el peso y temor que infundía Ben Roethlisberger, ahora la meta es ganar juego a juego para volver a los planos estelares.
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