LÁZARO MONTAÑO
En los más de cien años de historia de las Grandes Ligas, únicamente ocho hombres han logrado superar la barrera de los 600 cuadrangulares... pero dentro de ese grupo coexisten ‘héroes’ y ‘villanos’. Peloteros a quienes los aficionados consideran leyendas y otros que, para la mayoría, cometieron trampa.
Hank Aaron, Babe Ruth y Willie Mays se encuentran dentro del primer grupo. Los tres son los cañoneros más emblemáticos de la historia, sobre todo porque fueron los primeros en rebasar la barrera de los 600 cuadrangulares y por ello su legado perdura intacto hasta nuestros días.
En contraparte, Barry Bonds, Sammy Sosa y Alex Rodríguez representan a una generación de peloteros que se valieron de la artimaña, de sustancias prohibidas, esteroides y hormona del crecimiento, principalmente, para alcanzar y superar los legendarios logros del original grupo de élite.
Al comparar a estos peloteros las diferencias saltan a la vista. Ruth, el legendario ‘Bambino’, tenía un talento innato para conectar cuadrangulares, a pesar de que no contaba con un físico muy atlético, sino más bien con un notable sobrepeso.
Mays y Aaron, por su parte, tenían cuerpos atléticos y fuertes, pero nunca mostraron un incremento absurdo en su musculatura... como sí sucedió con Bonds y Sosa.
Es justo apuntar que en las épocas de Ruth, Aaron y Mays los exámenes antidoping no existían, pero la diferencia es clara a simple vista: un embarnecimiento natural en los primeros casos, contra uno francamente artificial en los segundos.
Bonds se convirtió en el líder de home runs de todos los tiempos en 2007, pero para entonces ya varios reportes lo inculpaban de uso de esteroides. Y es que el cambio físico que sufrió era increíble.
El atlético jugador que debutó con Pittsburgh en 1986 poco tiene que ver con la masa de músculos que jugaba para San Francisco en los noventa y el principio de la década pasada.
Y lo mismo sucedió con Sammy Sosa, quien en sus primeros años era un pelotero cumplidor, pero que no destacaba. A su arribo a los Cachorros de Chicago, incrementó su musculatura, su poder, su fama y sus problemas de salud.
Alex Rodríguez no ha presentado una evolución en su físico que lleve a pensar en un uso de esteroides, pero el propio pelotero reconoció que utilizó las sustancias "por tonto e ingenuo”. Ahora, tal vez por eso que él dijo se encuentra en un proceso para determinar si su carrera terminará de manera vergonzosa.