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Miles de fanáticos rugieron el martes cuando el quarterback de los Gigantes Eli Manning levantó el trofeo de campeones del Super Bowl desde una carroza de colores azul y blanca al recorrer las calles del sur de Nueva York.
El desfile salió del extremo sur de la ciudad y avanzó lentamente hasta llegar al edificio del ayuntamiento. Bajo una lluvia de confeti que caía de los rascacielos, los jugadores de los Gigantes fueron vitoreados por los fanáticos, vestidos de los pies a la cabeza con los colores del equipo.
Manning, acompañado por el entrenador Tom Coughlin, el alcalde Michael Bloomberg, el gobernador estatal Andrew Cuomo y otros compañeros, saludó y sonrió desde la carroza.
El equipo recibió cerrados aplausos de un grupo de 250 afortunados fanáticos que recibieron entradas para una ceremonia en la plaza del ayuntamiento, donde los Gigantes recibieron simbólicamente las llaves de la ciudad. El receptor Víctor Cruz, jugador de origen puertorriqueño, dio unos pasos de salsa al aceptar la llave.
Los Gigantes vencieron a los Patriotas de Nueva Inglaterra en el Super Bowl, repitiendo la victoria que consiguieron contra el mismo rival en 2008.
Coughlin dijo que el equipo se consagró porque no bajó los brazos durante la temporada.
"Lo más importante fue recordar esto: todo es posible para los que tienen fe. Siempre nos tuvimos fe", dijo Coughlin.
Manning bromeó sobre la tenacidad del equipo, manifestada en sus varias victorias viniendo de atrás en el último cuarto: "los hacemos sufrir, pero se consigue". Los Gigantes remontaron ocho veces en el cuarto periodo para ganar partidos durante la temporada.
El ala defensiva Justin Tuck, el capitán de la defensa y que el domingo derribó dos veces al quarterback rival Tom Brady en la victoria 21-17, se declaró feliz de formar parte del equipo.
"Creíamos en nosotros", dijo Tuck. "No podríamos estar aquí si el apoyo de ustedes".
Algunos fanáticos llegaron al lugar a las seis de la mañana para poder ver a sus jugadores favoritos.
Casi la mitad de los estudiantes de una clase de una escuela de secundaria de Long Island se ausentó. "Había que estar acá, todos juntos, en este desfile", dijo Mike King, de 16 años.
Se estima que el desfile tendrá un impacto económico de casi 38 millones de dólares para la ciudad, dependiendo de la cantidad de espectadores, dijo Bloomberg.
Un cálculo apuntaba a la presencia de un millón de espectadores, un tercio procedentes de fuera de Nueva York.
Luego del desfile, el equipo se trasladó a Nueva Jersey para un acto en su estadio MetLife, donde miles de fanáticos les esperaron dentro del mismo con un ambiente similar a un partido dominical.