La afición beisbolera resurgió de sus cenizas, y el Zócalo de la Ciudad de México la recibió con los brazos abiertos. Desde las nueve de la mañana, a cuatro horas del arranque del Home Run Derby, miles de aficionados rodeaban la Plaza de la Constitución con el objetivo de llevarse un recuerdo invaluable de un evento sin precedentes.
El 90 aniversario de la Liga Mexicana de Beisbol fue el pretexto ideal para reunir a la familia mexicana, a aquellos aficionados de sepa que han hecho de la 'pelota caliente' una parte fundamental de su vida; el improvisado diamante forjado sobre la plancha del Zócalo causó furor en todo momento; no hubo aficionado capaz de resistirse a la ya clásica selfie.
Las mascotas de los principales equipos de la LMB llenaron de colorido al improvisado parque construido en sólo tres días al interior del corazón de la Ciudad de México; la fanaticada beisbolera no podía fallar y cumplió con creces desde las tribunas hasta los jardines.
Cientos de niños con manopla en mano evidenciaron su emoción por admirar de cerca a los más importantes bateadores de la Liga Mexicana de Beisbol; los no tan niños sonrieron con nostalgia al mirar al centro del diamante a Fernando 'Toro', Valenzuela, el máximo ídolo en la historia de este deporte y el principal culpable de una pasión que hoy abrazó a la capital del país.
Con la Catedral Metropolitana como fondo y un clima inmejorable, la fiesta de la LMB dejó en evidencia que la pelota caliente aún arranca suspiros, pero sobre todo, dejó en claro que el beisbol permanece en los corazones de quien lleva un pelotero en el alma, evidenciando que mientras 'Doña Blanca' vuele por los jardines, se mantendrá viva una pasión que no tiene fronteras.