Con el campeonato obtenido por los Naranjeros de Hermosillo, se ha afianzado una época de oro para los representativos mexicanos en Serie del Caribe, pues desde el inicio del nuevo milenio, el campeón de la Liga Mexicana del Pacífico dejó de ser un participante más para convertirse en un candidato constante para quedarse con el campeonato.
Desde el año 2001, los campeonatos de la Serie del Caribe se han dividido de la siguiente manera: República Dominicana (el 'gigante' del área) ha ganado siete, México cinco, Venezuela dos y Puerto Rico uno. Pero en los últimos cinco años, los mexicanos han ganado tres, por sólo dos de los dominicanos.
"Son tres campeonatos en cuatro años, pienso que en adelante ya deberían tomarnos en cuenta. Creo que esta racha no terminará pronto, y vendrán muchos campeonatos de ahora en adelante", afirmó Matías Carrillo, mánager de los Naranjeros.
Sin embargo, la Serie del Caribe no es el único torneo internacional que México enfrenta, y los logros obtenidos en ésta aún no alcanzan para considerar que la pelota mexicana está renaciendo, pues a las representaciones aztecas les faltan buenos resultados en otras justas, como Clásicos Mundiales y Juegos Panamericanos y Centroamericanos.
En los Clásicos Mundiales, por ejemplo, México no ha podido superar la segunda ronda, instancia a la que llegó en las dos primera ediciones, pero en la más reciente, el año pasado, ni siquiera pudo rebasar la fase de grupos.
Por su parte, en Juegos Panamericanos los resultados han ido de arriba para abajo, ya que luego de los bronces conseguidos en las ediciones de Santo Domingo 2003 y Río de Janeiro 2007, en Guadalajara 2011, cuando se era candidato al oro, se terminó sin medalla, en cuarto lugar.
En Centroamericanos, México tampoco ha podido alcanzar lo más alto del podio, pues en San Salvador 2002 se terminó en la quinta posición, en Cartagena 2006 se consiguió el bronce y en Mayagüez 2010 la plata.
El logro de los Naranjeros hay que celebrarlo y reconocer los avances que han llevado a este éxito, pero hay que aprovecharlo y también mirar hacia las tareas pendientes que tiene la pelota azteca.