No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla y para Miguel Layún su carrera como futbolista profesional llegó a su fin. Sabiendo que era la última vez que pisaría la cancha en un partido no quiso perder tiempo y fue el primero en salir a calentar.
"Emocionado. Muchos sentimientos, pero sobre todo mucha ilusión; quién iba a pensar que iba a terminar todo en esto, en este momento", comentó a la cámara del club mientras caminaba para saludar a los aficionados.
Una vez comenzado el partido, Layún arrancó con mucha mesura, observaba para todas direcciones y recorría su banda derecha con soltura, pero sobre todo con mucha experiencia.
Hasta el minuto veinte había participado sin equivocaciones, pero al 25' le metió experiencia a una jugada en donde Ozziel Berrera se le iba y lo derribó cerca de mediocampo para evitar que se escapara, el silbante se acercó a mostrarle la cartulina ante la aceptación del futbolista.
Sin embargo, llegó su revancha unos minutos más tarde cuando Ozziel parecía le ganaría por velocidad y dentro del área se posicionó de tal forma que lo sacó de equilibrio, lo derrumbó y le quitó la pelota a pesar de que todo Tigres pedía penal.
Antes del descanso cuando Quiñones dejó escapar el primer gol con la cabeza, Layún solamente levantó la cabeza, observó al cielo y soltó unas palabras lamentando la falla, pues él sabía que esa jugada era para más
Para el complemento, Miguel volvió a ir de menos a más, observó detenidamente el juego desde su banda cuando la pelota no estaba cerca de él y no se cansaba de acomodar a la línea defensiva cada que era necesario.
Al 50' profundizó por su banda, levantó lo brazos en señal de que estaba sin marca, recibió el balón y arrastró hasta las inmediaciones del área para meter un pase al manchón que, de no ser bloqueado por un felino, hubiera dejado solo a Henry Martín.
Reflejo de su liderazgo, Layún se acercó con el cuarto árbitro a intercambiar ideas en cada oportunidad que podía, especialmente cuando los rivales cortaban el ritmo del partido dejándose caer o solicitando la atención médica cuando era claro que no era necesario; ahí era cuando Miguel presionaba al cuerpo arbitral.
Al final André Jardine decidió darle 75 minutos en su último juego, en el cual cumplió y satisfecho con su actuación se acercó rápidamente a la línea de banda para chocar las manos con Kevin Álvarez, quien lo sustituyó.
"Salió un histórico con el número 19, Miguel Layún", mencionó el sonido local al tiempo en que el jugador levantaba las manos, agradecía y aplaudía a la tribuna que se puso de pie para despedirlo entre aplausos.
Miguel vivió al límite el final del duelo, con América al límite y ganando el encuentro. En el ocaso de su carrera, Layún besó una Copa más. El último y el más grandioso de los bailes.