Todo esfuerzo tiene su recompensa y la trayectoria de Ignacio Ambriz al frente del León es el claro ejemplo. Finalmente el estratega mexicano coronó con un campeonato el ambicioso proyecto que forjó desde su llegada a este equipo, trofeo que es fruto de su perseverancia.
Desde hace dos años, Ambriz tomó las riendas de los Esmeraldas y los convirtió en uno de los protagonistas de la Liga MX. León siempre se mantuvo entre los primeros puestos de la clasificación y durante tres torneos consecutivos han estado presentes en instancias de Liguilla.
Transcurría el tiempo y los títulos se negaban en adornar las vitrinas de La Fiera, llegaron a una Final en la que quedaron cerca de añadir una estrella más a su escudo, pero este torneo atípico parecía estar destinado a que toda esta obra se materializara y hacer valer todo el trabajo que habían realizado.
Y esta determinación rindió frutos para el conjunto que desde la Jornada 12 se mantuvo como superlíder al aventajar con ocho puntos a su más cercano contendiente, al que fue el primero en clasificar directo a la Fiesta Grande y que tuvo entre sus filas a la mejor defensiva del torneo y a la tercera mejor ofensiva de la campaña.
Fue la recompensa para ese plantel que defendió con uñas y dientes su territorio al no registrar derrota en su estadio desde hace más de un año y refrendó esta constante en el partido más importante de todo el semestre, dejó sin posibilidades al rival y volvió a darle una alegría a su afición.
Este cumulo de cualidades fueron resultado de una plantilla que puso a los Panzas Verdes al tú por tú ante los mejores del futbol nacional, con Ambriz como la mente maestra desde el banquillo, que además volvió a poner en alto a los técnicos mexicanos, pues desde 1992 con Víctor Manuel Vucetich un estratega tricolor no se coronaba con los albiverdes.
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