Todas las finales son dignas de recordarse, pero aquel partido del 6 de junio de 1999 quizá fue el más importante para definir a un campeón en el futbol mexicano, pues nadie se imaginaba que aquel domingo sería un día inolvidable para cualquier rojinegro, pues se marcó un antes y un después en la historia de Atlas.
Aunque los Zorros perdieron la Final ante Toluca, y regresaron a la Perla Tapatía con las manos vacías, se creó una nueva filosofía, una nueva manera de ver el futbol, vistoso, agresivo, agradable a la tribuna y con la esperanza de que sí se pueden lograr grandes cosas.
Ricardo La Volpe logró imponer su estilo como lo hizo en Atlante unos años antes, pero no tuvo la misma fortuna de conseguir un campeonato. Con los rojinegros sumó 34 puntos en ese torneo en el que fueron la escolta del Diablo.
En aquella época, complementados con futbolistas como Pablo Lavallén, Jorge Almirón y Hugo Castillo, los tapatíos contaron con la sangre joven de Erubey Cabuto, Omar Briceño, Julio Estrada, Fernando Salazar, Juan Pablo Rodríguez y, por supuesto, Rafael Márquez, quienes se convirtieron en unos campeones sin corona.
Quien tiene frescos esos recuerdos de aquella Final que terminó 5-5 en el marcador global y que se definió en penales, de una de las series más emocionantes y dramáticas, dicho por propios y extraños, es el portero de aquella generación de 'Niños Héroes”'del Atlas, Erubey Cabuto, quien fue fundamental en los partidos.
De esta forma, el Diablo comenzó a gestar su época dorada, mientras que los Zorros se quedaron más cerca que nunca de terminar su eterna malaria, pues dirigidos por el Bigotón y con un Márquez en pleno ascenso, el Atlas de 1999 es considerado por muchos como la mejor Academia de la historia.