Si hay un periodo en donde el América tuvo su despegue definitivo hacia la consolidación como equipo grande del futbol mexicano, fue justo al pasar sus 50 años de existencia.
Entre el Estadio Azteca, el arropo del entonces Telesistema Mexicano (hoy Televisa), los directivos visionarios, las figuras extranjeras que se unieron a mexicanos de calidad y el novedoso formato de Liguilla, los entonces Millonetas encontraron la fórmula del éxito.
La llegada de Panchito Hernández en 1968, por instrucción del presidente del equipo, Guillermo Cañedo de la Bárcena, fue fundamental en este lapso para empezar un cambio cualitativo que redituaría en un rotundo éxito. Llegaron las contrataciones, como la de Enrique Borja en la temporada 1969-70, procedente de Pumas, hecho que generó gran polémica, y la del chileno Carlos Reinoso, pero sobre todo el arribo al banquillo del técnico José Antonio Roca, considerado el padre del ‘Americanismo’.
Cada vez mejor conformado el equipo, llegó la temporada 1970-71, la primera en la era de las Liguillas y el primer reto del club. Tras un inicio irregular bajo el mando del argentino Luis Grill, el América despegó con José Antonio Roca y enfrentó a Toluca en la Final.
Tras un 0-0 en la Ida, la serie culminó en el Estadio Azteca con victoria para el América de 2-0 con goles de Horacio López Salgado y Carlos Reinoso, quien explotó como figura del plantel. Fue el segundo título en la era profesional y pasarían a la historia al ser los Cremas los primeros en coronarse en este formato.
No obstante, la temporada siguiente sufrieron una gran decepción, al caer en la Final por un estrepitoso 4-1 ante Cruz Azul. Sin embargo, los Millonetas tuvieron su revancha al obtener su sexto título de Copa precisamente ante los Cementeros, a los cuales vencieron en la Final con un marcador global de 3-2.
Las siguientes temporadas fueron de objetivos incumplidos y se dieron los cambios que necesitaba el equipo. A la dirección técnica llegó Raúl Cárdenas, que había ganado todo con Cruz Azul y en la temporada 1975-76 se llevaron la Liga con una Fase Final perfecta, incluido un golazo de rabona de Carlos Reinoso en la Final contra la Universidad de Guadalajara, y más tarde el trofeo Campeón de Campeones al vencer a los Tigres de la Universidad de Nuevo León.
Los cuatro nuevos títulos en sus vitrinas fueron apenas el preámbulo para la época dorada que tendrían en la década siguiente.