La reventa hizo de las suyas en el Clásico Nacional. A plena luz del día y en frente de la gente de seguridad ofrecían entradas a un precio hasta cuatro veces más caro que en taquilla.
Y es que desde varios días antes de que se realizara el partido, se anunció que las localidades estaban agotadas; sin embargo, los revendedores tenían en su poder varias entradas.
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A una hora de que comenzara el partido, un boleto para cabecera superior, el más barato del inmueble, lo ofrecían en mil 700 pesos, pese a que en taquillas costaban 400.
Los precios de encarecieron en otras zonas de la grada, ya que en media cancha en la parte inferior, los cuales originalmente costaban mil 420, los revendedores exigían 3 mil 500 pesos para esa zona.