Gerardo García, de jugar con Iker a ruletero

Gerardo García Berodia junto a su taxi en Madrid
Gerardo García Berodia junto a su taxi en Madrid
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ESPECIAL
REDACCIÓN RÉCORD
| 04 Feb, 2016

Gerardo García Berodia es un taxista que recorre las calles de Madrid durante 12 horas al día y en sus ratos libres juega para el Navalcarnero, de la Tercera División española.

De niño destacó como volante ofensivo y compartió equipo junto a Iker Casillas en la cantera del Real Madrid.

En 1995 se proclamó campeón infantil de Europa con el conjunto blanco y fue designado el mejor jugador del torneo, lo que le valió para ganarse un contrato con Nike. Tenía sólo 14 años, pero ya era considerado una de las mayores promesas en el Viejo Continente.  Cuentan de él que algunas figuras del primer equipo merengue de aquella época se giraban a su paso cuando se lo encontraban en la ciudad deportiva y murmuraban: “Éste es el chico que ha firmado con Nike”.

Gerardo García Berodia en el equipo infantil del Real Madrid, al lado de Iker Casillas

Gerardo García Berodia en el equipo infantil del Real Madrid, al lado de Iker Casillas|ESPECIAL

Pero la trayectoria de Berodia se truncó a principios del siglo XXI cuando le detectaron un tumor en el tobillo.

Un primer médico que lo trató le ofreció a sus padres amputarle el pie, o quitarle el hueso; finalmente otro reconocido galeno (de apellido Epeldegui) logró salvar su extremidad y regresó al futbol tres años después, pero no pudo recobrar su brillo para triunfar en el Madrid, por lo que incluso tuvo que trabajar en la industria de la construcción.

Probó fortuna en clubes modestos de la Tercera División española durante varios años hasta fichó por el Lugo, con el que llegó a la Segunda División, hasta que el Wilstermann, equipo de la Primera boliviana, lo fichó. Se marchó a América, donde encontró la fama, el lujo y el reconocimiento. Era tan popular que llegó a ser incluso la imagen de BMW en aquel país. La afición del equipo sudamericano lo adoraba y coreaba su nombre en cada partido.

Desgraciadamente otra pena le aconteció. Su hijo tuvo un grave accidente cuando jugaba en la alberca y le tuvieron que dar más de 600 puntadas, por lo que decidió, junto con su mujer, que lo mejor era renunciar a todo lo que había conseguido para que su hijo se recuperara en España. Berodia regresó a su país y como no tenía trabajo, se compró un taxi para ganarse la vida.

Pese a ello no dejó el gusto por el balompié y contactó a los dirigentes del Navalcarnero para mantener viva su pasión: “El futbol para mí siempre ha sido muy importante. Es mi forma de evadirme del trabajo”, afirmó a una estación radial española, para dejar en claro que no podía rendirse ante los golpes del destino.

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