Cuando el panorama lucía más sombrío, y todo pintaba para una tragedia, el FC Barcelona respondió de la mejor manera y retomó el rumbo directo hacia el título de la Liga de España.
Los culés llegaron hasta la fecha 30 con sólo dos derrotas registradas. El liderato era contundente y nada parecía ponerles en predicamento; sin embargo, la historia cambió a raíz del Clásico.
La fecha clave fue el 2 de abril, cuando se midieron contra el Real Madrid al interior del Camp Nou. Esa noche, la del homenaje a Cruyff, cayeron por 2-1 y también dejaron en el camino el ánimo y la confianza.
Le siguieron una visita a la Real Sociedad, que concluyó como descalabro de 1-0, y posteriormente aparecería el Valencia para propinarles una nueva derrota; la tercera consecutiva y en un lapso de 15 días.
El despertar llegó el 20 de abril, y ocurrió de una manera espectacular. Un 8-0 en Riazor abrió la puerta al repunte, y a ese resultado se le sumaron un 6-0 sobre el Sporting, 2-0 contra el Betis y el 5-0 contra Espanyol.
Con sólo uno de ventaja, pero el ánimo a tope, el conjunto blaugrana se presentó al Nuevo Estadio de los Cármenes, inmueble donde Luis Suárez fue el héroe de la tarde para recetar tres goles que significaron la corona culé.