El Celta de Vigo exhibió la eficacia de su ataque ante el Levante al que venció 2-0 para sumar su segunda victoria consecutiva en LaLiga y alimentar el sueño de luchar por una plaza europea, al tiempo que agrava la mala racha del conjunto levantino, que sufrió su cuarta derrota seguida.
El partido, en el que Néstor Araujo entró de cambio al segundo tiempo por Joseph Aidoo, tuvo un ritmo insípido durante la primera parte, un sosiego roto cuando los equipos pudieron montar alguna transición. Fieles a un plan de golpear con algún contraataque, ninguno asumió grandes riesgos. Fue el Celta ligeramente superior, pese a que abrió el encuentro con un error defensivo de Murillo que no aprovechó Roger.
El dominio del Celta, que mediada la primera parte perdió a Renato Tapia por una lesión muscular, se fundió con el paso de los minutos; un plácido final del primer tiempo roto en el minuto 41 cuando el árbitro señaló penalti de Duarte a Santi Mina, decisión; sin embargo, anulada cuando Jaime Latre revisó las imágenes del VAR y advirtió fuera de juego del delantero en el inicio de la acción.
El Celta fue apoderándose de la pelota en la segunda mitad. Denis Suárez avisó con un lanzamiento impreciso. Poco después, Aspas vio un desmarque de Brais Méndez y este culminó la asistencia ante Cárdenas con un magistral toque, una leve pincelada con el exterior de la bota. Diez minutos más tarde, Brais intentó repetir la genialidad del gol; esta vez el portero detuvo el sutil remate.
El Levante reaccionó al tanto del Celta. Fue hacia arriba con decisión, con empuje, con mucha más presencia en ataque. Y acumuló ocasiones: Melero cabeceó con peligro una falta lateral, De Frutos probó con una volea, Rochina lo intentó con un tiro lejano.
La falta de pegada visitante contrastó con la eficacia del Celta. Con espacios, el equipo de Coudet exhibió su poder ofensivo. Su segundo gol fue una acción coral: una triangulación en el centro del campo, la profundidad de Aarón en la banda izquierda y la contundencia de Augusto Solari para remachar un centro raso. Ese tanto finiquitó el partido, pese al empeño del Levante, que tuvo oportunidades, pero siempre careció de precisión.