En la última jugada, con 1-1 en el marcador, con el tiempo ya cumplido durante la larguísima revisión del VAR que llevó al árbitro Figueroa Vázquez hasta la revisión en el monitor a pie de campo de una mano anterior de Raúl de Tomás dentro del área y en inferioridad numérica por la discutida expulsión anterior de Kondogbia, el Atlético de Madrid ganó los tres puntos entre la agonía, la épica y un penalti, allá por el minuto 100, frente al competitivo Espanyol.
Ya había recogido el balón el colegiado para el final del duelo, mientras aguardaba la confirmación del vídeo, escuchaba a sus asistentes del VAR, rodeado de los futbolistas de ambos equipos, hasta que le instaron a acudir a la televisión para ver la acción: señaló penalti de Raúl de Tomás, entre la apoteosis del Wanda Metropolitano. Yannick Carrasco tomó la responsabilidad, engañó en su lanzamiento a Diego López y ganó el Atlético. En el minuto 100. Como ya ganó en la primera vuelta al Espanyol en Cornellá.
El equipo de Simeone mantiene la iniciativa por la Liga de Campeones. La tarde de presión que hubiera aventurado cualquier ganador en el Real Sociedad-Betis del viernes no fue para tanto, porque no venció ninguno de los dos, pero sí exigió otra tarde de sufrimiento y heroicidad del Atlético, que venció cuando menos lo intuía, cuando su ataque era desesperado, con un hombre menos, cuando el final del partido lo dirigía hacia un empate insuficiente para él, cuando está tan apretada la pelea por la cuarta plaza.
El Atlético golpeó primero. Después de un primer tiempo insufrible, el inicio la segunda parte lo despertó, en una jugada que tanto pudo ser el 0-1 como después fue el 1-0.
La secuencia comienza a los 50 minutos y 57 segundos de juego, cuando Darder conectó un remate con la derecha desde dentro del área al que se interpuso Oblak y del que surgió el contragolpe inmediato que, 26 segundos después, en el 51:23, terminó con el 1-0 del equipo rojiblanco, que no había tirado hasta entonces entre los tres palos a Diego López.
Pero eso tiene el actual Atlético. A sus individualidades, la cantidad de ellas que acumuló el pasado verano, que no le habían dado tanto resultado como esperaba en los meses precedentes, le sobran recursos para definir un encuentro cuando sea. El gol fue de Carrasco, con el recorte hacia dentro con la izquierda y el remate con la derecha, pero el pase que lo propuso para él fue de Cunha.
Ambos entraron al campo tras el descanso. En la caseta se habían quedado en el intermedio tanto Joao Félix como Lemar. Los dos, por lesión. Por ese infortunio (o algo más) que ha sufrido el Atlético durante toda esta temporada, que ha padecido alguna baja por ese motivo en los últimos 35 partidos.
Cuando ya casi enfilaba el descanso, entre el insoportable 0-0 del primer tiempo, Joao Félix se lastimó la parte posterior del muslo izquierdo cuando acudió a toda velocidad a un pase largo, quizá imposible.
Instantes después, en la siguiente acción, Lemar quedó también fuera de combate, con peor pinta por los gestos de dolor, frustración y desesperación con los que cayó al suelo, fue atendido sobre el césped y se marchó al vestuario, entre el consuelo de todos sus compañeros. Ni Joao ni él saltaron al campo en la reanudación.
Sin ellos -también Vrsaljko fue cambiado por Griezmann-, el Atlético tomó ventaja con el citado 1-0 de Carrasco en el comienzo del segundo tiempo y fue salvado de nuevo por Oblak, cuando sacó otra milagrosa mano al remate de Raúl de Tomás, pero, después, recibió el empate entre la polémica de la interpretación de la infracción: una mano de Kondogbia que supuso su doble amarilla, una falta al borde del área y el 1-1 del equipo blanquiazul.
Las imágenes ponen todo en entredicho, porque Kondogbia acudió a impedir el remate de Sergi Darder y se lanzó para despejar el golpeo de su adversario, que pegó primero en la pierna de Felipe y después en su mano. No lo dudó el árbitro, Figueroa Vázquez, que la señaló y mostró la segunda tarjerta amarilla a Kondogbia. El gol, en el lanzamiento de esa falta, lo transformó Raúl de Tomás en el 1-1 en el minuto 74, entre el fallo de Oblak, que no acertó a atrapar un tiro centrado. El rebote en el poste hizo el resto.
No sería justo culpar entonces al portero esloveno, que había salvado tres goles antes del Espanyol. Uno en el primer tiempo (un cabezazo de Cabrera en el minuto 7 que palmeó por encima del larguero) y dos en el segundo (las citadas a Sergi Darder, aún con 0-0, y a Raúl de Tomás, con 1-0), pero su error fue indudable, con las manos demasiado blandas.
En inferioridad numérica, con empate en el marcador, al Atlético le aguardaba otra gesta. Y al Espanyol una oportunidad. No se intuía ganador cuando todo lo cambió una acción de Carrasco, al que Diego López frustró el 2-1, pero provocó un saque de esquina que supuso el penalti final de Raúl de Tomás, revisado cuando el partido ya iba a terminar, cuando el VAR acudió al rescate del equipo rojiblanco, que repone tres puntos de renta sobre sus perseguidores rumbo a la Liga de Campeones.
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