Con Héctor Herrera en la banca, Atlético de Madrid, después de los dos tropiezos seguidos contra el Levante, se reencontró con su versión efectiva y con el triunfo al imponerse a un rival exigente como el Villarreal (0-2), con lo que responde a la presión ejercida por el Barcelona, que el sábado venció al Sevilla, y a la espera de que el Real Madrid cierre la vigésima quinta jornada de LaLiga Santander este lunes frente a la Real Sociedad.
Por lo tanto, con un partido menos jugado, mantiene una ventaja que sin ser decisiva es importante de cinco puntos sobre el Barcelona. El Real Madrid es tercero a seis y el Sevilla queda ya más descolgado a diez.
En La Cerámica encontró el equipo de Diego Pablo Simeone el acierto en ambas áreas que le había faltado ante el Levante. Con menos ocasiones que entonces, logró encarrilar el partido a los 25 minutos en un remate de cabeza del montenegrino Stefan Savic (fue concedido por el VAR tras ser anulado por el colegiado) y lo sentenció en el descanso con un disparo ajustado del luso Joao Felix (m.69), que había reemplazado tras el descando al francés Thomas Lemar.
Además, evitó que la portería de Jan Oblak volviera a ser batida como en los ocho encuentros previos. El meta esloveno tuvo también buena culpa de ello en determinadas acciones. Pero es que el trabajo de todo el bloque, tanto en la presión arriba como atrás cuando el conjunto de Unai Emery le obligó fue el del auténtico líder de la liga, que se apuntó un triunfo imprescindible sobre todo antes del derbi de la próxima semana contra el Real Madrid en el Wanda Metropolitano.
Los intentos del Villarreal no encontraron la recompensa ansiada para cerrar una racha que ahora es de siete encuentros sin ganar, lo que le deja fuera de los puestos europeos, a los que accede el Betis del chileno Manuel Pellegrini.
Las tablas de Balaídos dejaron un sabor a derrota al Valladolid. Tenía los tres puntos en el bolsillo con el tanto del chileno Fabián Orellana (m.70), pero el Celta del argentino Eduardo 'Chacho' Coudet encontró el empate en la última jugada, un golpe franco que remató al fondo de las redes el central colombiano Jeison Murillo.
Para el equipo de Sergio González, que llegaba a Balaídos con el lastre de siete encuentros sin vencer, ganar era hacerse con una importante dosis de oxígeno y confianza. Controló sin grandes problemas a Iago Aspas y compañía hasta esa última jugada que supuso un auténtico mazazo.